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La gabarra cruzando al ria de Bilbao tras el triunfo de liga del Athletic en 1984
¿Sabremos celebrarlo?

¿Sabremos celebrarlo?

Hace 31 años que el Athletic no abre sus vitrinas para acoger un título, demasiado tiempo. Si se mantiene la ventaja, hoy puede ser el día, aunque quizá nos coja desentrenados

Juanma Mallo

Domingo, 16 de agosto 2015, 23:26

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El calendario ha tirado demasiadas hojas. Se han pasado demasiadas páginas de almanaques y de todo tipo de artilugios que cuentan los días, las semanas, los meses y los años. Dos generaciones de aficionados del Athletic -incluidos aquellos que hemos nacido en los primeros ochenta ya que éramos unos enanos en aquella época- no hemos vivido la consecución de un título por parte de este centenario equipo. Demasiado tiempo. Y ahora estamos a noventa minutos de disfrutar de esa sensación, de esa dicha. Vale, es un torneo secundario, una Supercopa de España, pero más allá de este pequeño detalle, subyace el hecho de que un conjunto con una mayoría de futbolistas criados en su tierra pueden superar a una escuadra tejida con millones, sí con una parte de piezas criadas en La Masía, pero aderezada con cheques y a base de talonario. Siempre y cuando se logre mantener la exquisita ventaja, sería el triunfo de una manera de hacer, de creer, de trabajar... Y una gozada para toda esa gente que no hemos disfrutado de un título en rojo y blanco.

Y yo me pregunto: ¿cuál sera nuestra reacción? No estamos entrenados, ni los jóvenes, ni los que frisan el medio siglo, ni los más mayores del lugar. A los que tienen una cierta edad se les ha olvidado cómo se celebra un trofeo. Ya no habla de la conveniencia o no de sacar la gabarra: el calendario aprieta y el conjunto de Ernesto Valverde encara otros sabrosos retos como entrar en la fase de grupos de la Europa League (vamos a ir de bilbaínos y pensar que se pueden quemar rondas en este torneo), y empezar con bien pie la Liga ante el Barça y luego frente al Eibar en Ipurúa. ¿Irá la gente esta noche, si logramos la Supercopa, a bañarse a Moyua? ¿Habrá un jolgorio general, y un recibimiento a los héroes a eso de las tres de la mañana en el aeropuerto de Loiu? ¿Será Bilbao una especie de poblado del Oeste, sin nadie por las calles, mañana? ¿Será un anticipo de una Aste Nagusia que ya llama a la puerta?

Da igual. Todos debemos sentirnos orgullosos de lo conseguido, si se logra. En un fútbol como el actual, que el conjunto con más canteranos de la categoría esté a las puertas de levantar un título es un asunto que debe permitirnos sacar pecho, demostrar nuestra satisfacción, y celebrarlo con cierto alborozo. Pero, es cierto, tampoco se debe perder de vista que en nada arranca la Liga, esa competición que marca el devenir de la temporada, que coloca a cada escuadra en su sitio, y en la que el Athletic penó durante buena parte del pasado curso, hasta que protagonizó una resurrección mayúscula y acabó en séptima posición, mientras se metía en la final del Copa, una batalla que nos ha puesto a las puertas del primer título en 31 años.

Muchos se acordarán de lo que sucedió en Bilbao en aquellos días de gloria. Otros nos hemos tenido que conformar con ver imágenes de las celebraciones, del jolgorio, del barco que surcó el Nervión, y de vivir de la esperanza de las cuatro finales perdidas, tres contra el Barça y otra frente al Atlético. Pero ahora, casi tres décadas después, nos encontramos ante la enorme posibilidad, mayúscula, de comprobar que este Athletic también sabe ganar título, de que Gurpegui sustituya a Dani como el último capitán que levantó un trofeo. No será con una mayoría rojiblanca en las gradas de Camp Nou -era pasear ayer por Las Ramblas y acordarse y añorar aquel 30 de mayo en el que el corazón (y todo lo demás) de la Ciudad Condal estaba teñido del Athletic- como sucedió en la final de Copa, pero el navarro acaricia ese honor. Y la afición se lo merece. ¿Lo sabremos celebrar? ¿O se nos habrá olvidado?

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