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Ernesto Valverde da instrucciones a Susaeta.
Los rebotes de Valverde
la resaca del athletic-real madrid

Los rebotes de Valverde

El técnico escenificó su malestar en varios momentos del partido y Raúl García se mostró hipermotivado y firme en sus duelos con cualquiera que iba de blanco

robert basic

Jueves, 24 de septiembre 2015, 07:48

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Ernesto Valverde tomó asiento en el banquillo y clavó su mirada en los veintidós hombres que tenía enfrente. Su rostro reflejaba seriedad, concentración, tensión, un hombre pendiente de todos los detalles porque, como advirtió en la previa, el Real Madrid no necesita nada para hacer daño. Por eso estuvo encima hasta de los saques de banda y también radiografió el comportamiento de sus hombres en los tiempos muertos de un choque eléctrico y vibrante que premió los aciertos merengues y penalizó las lagunas rojiblancas. Y es justo lo que no pudo entender el técnico, los fallos que condenaron a un Athletic que se vació en el campo y pagó con derrota sus despistes en las zonas de peligro, donde las minas explotan con solo mirarlas. De la aparente tranquilidad y reflexión pasó al enfado y lo escenificó en varios momentos del duelo, como cuando Susaeta no sabía qué hacer con el balón con Raúl García en suelo y cuando Isco reventó la banda y sirvió el segundo a Benzema.

El Athletic no conseguía conectarse en el primer tiempo y los errores se sucedían. Valverde se levantaba una y otra vez del banquillo para dar órdenes, corregir y llamar la atención a sus jugadores, que encadenaban fallos incomprensibles. «Cuando parece que dominas y que estás tranquilo advirtió en su comparecencia del martes es cuando ellos están a punto de marcarte». Sucedió exactamente así, con un regalo incomprensible de San José que Benzema canjeó por su primer gol en San Mamés. Nunca había anotado en Bilbao, y ayer se retiró con un doblete en las alforjas. El galo se marchó al banquillo dejó su sitio a Casemiro con diez remates, cuatro de ellos a puerta, y dos tantos. Valverde bajó la mirada tras el fallo del navarro y el acierto del 9 blanco, brazos en jarra, frustrado ante un escenario que quería evitar a toda costa.

Se cogió un enfado monumental en el primera parte por una acción de Susaeta. Raúl García estaba en el suelo por un golpe y el eibarrés tenía la pelota. Rafa Benítez le gritó: «¡Tírala fuera, tírala fuera!». El extremo no sabía qué hacer y seguía con la pelota. El técnico del Madrid le insistía: «¡Fuera, tírala fuera!». Finalmente lo hizo. Entonces el Madrid sacó de banda y Benzema pegó un pelotazo de 70 metros que acabó en manos de Iraizoz. Valverde saltó y se dirigió a su jugador. «Ves lo que han hecho. ¡Centra, tenías que haber centrado!», le espetó. Los rojiblancos apenas inquietaban a los merengues y Txingurri no dejaba de lanzar órdenes porque no le gustaba nada lo que veía en el campo.

Contra el poste

El que también iba a mil por hora era Raúl García. No gozó de muchas oportunidades, pero peleó con cualquiera que vestía de blanco y se desesperaba con errores propios y ajenos. En una de sus llegadas al área no resolvió como le hubiera gustado y descargó su ira sobre el palo izquierdo de la portería defendida por Keylor Navas. Primero soltó un pequeño puñetazo y luego dio un cabezazo al poste. Mirada encendida y dientes apretados. Quería más. El Athletic salió mucho más agresivo en la reanudación y apretó al Madrid con todas sus fuerzas. El guerrero navarro propinó un pisotón a Cristiano Ronaldo en el minuto 58 que no vio Mateu Lahoz y luego se encaró con Pepe, al que dijo un par de cosas al oído. Entonces apareció Sabin Merino y llevó la locura a las gradas de San Mamés, que estalló de alegría con el empate a uno.

Duró poco, unos tres minutos, porque otro fallo en la misma banda en la que Susaeta escuchó los gritos de Benítez facilitó el segundo tanto del conjunto blanco. Un terrible desajuste defensivo hizo que Valverde diera un salto y la tomara con la estructura del banquillo. Pegó un puñetazo al techo y luego tiró un botellín de agua al suelo. No se lo podía creer. Pura rabia. «Quiero verlo en televisión porque no acabo de creérmelo», dijo después. Raúl García vio la amarilla por tumbar a Jesé en la recta final. Le dio igual, sabía que la batalla estaba perdida.

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