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Raúl García reprocha al árbitro que el primer gol del Atlético llegó con el tiempo cumplido.
Cuando ser mejor no basta
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Cuando ser mejor no basta

El Athletic gana altura en el Calderón, donde supera en juego e intensidad al Atlético, pero pierde por un error

J. Gómez Peña

Domingo, 13 de diciembre 2015, 16:16

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El Athletic ha ido al Calderón a ver cuál es su talla. Y ha demostrado que calza grande, que tiene la arquitectura de un peso pesado. Ha sido mejor que el Atlético en lo que el Atlético es mejor: en presión, en agresividad, en coraje y hasta a balón parado. Pero ha perdido porque ante rivales así los errores penalizan el doble. Es la tasa frente a un equipo, el de Simeone, siempre atento. Cuando el marcador iba 1-1 y el Athletic manejaba la contienda y asustaba a su rival, Mikel Rico ha pecado de timidez en un despeje. Correa, con más colmillo, le ha quitado el balón que Griezmann, certero, exacto, ha convertido en un tiro curvado que ha sellado el 2-1 y la victoria del Atlético ante un Athletic superior. El fútbol de este nivel tiene estas cosas. Los grandes ganan incluso cuando son peores. El Atlético ya es colíder de la Liga y el Athletic, pese al frenazo, sabe ya que puede tutear a cualquiera. Eso se lleva del Calderón.

Valverde ha puesto un espejo frente al Atlético, que ha visto a un rival de su misma altura y actitud. De la misma especie. De los que muerden. Pelea a mordiscos. El técnico rojiblanco ha subido a De Marcos al centro del campo y ha ocupado la banda con Bóveda. La táctica era la pelea. Morder tanto o más que el equipo más contundente y agresivo de la Liga. Y ha funcionado hasta la mitad de la segunda parte.

Los 25 primeros minutos han sido una pugna de músculo. Presión. Dos rivales que se agarraban de la solapa. El balón era como un hueso al que perseguían dos jaurías. El Atlético ha tratado de perforar el campo del Athletic por las dos bandas, la de Juanfran y la de Filipe Luis, laterales y extremos a tiempo parcial. Pero esta vez no han podido. La red de Valverde no se cortaba con esas tijeras. Bóveda, en especial, ha sido como una valla de alambre de espino.

En peleas así casi siempre deciden las jugadas de estrategia. Los saques de esquina. El primero lo ha botado en corto el Athletic para esquivar las torres de Godín y Giménez. Y casi acierta Aduriz en el minuto 13. El ritmo no bajaba. Estrés sobre una campo electrificado. De otro saque de esquina ha nacido el gol del Athletic. Todo ha empezado en un pase largo de Laporte. La precisión es la mejor arma contra la presión. Aduriz ha bajado el balón al piso y, genial, ha intentado bombear el esférico por encima de Oblak. Casi. El meta lo ha solucionado al despejar a córner. Y ahí ha llegado el gol: desde la esquina ha sacado Beñat; Griezmann ha despejado mal, y Laporte, en el segundo palo, ha ejecutado a Oblak. De córner, como tantas veces hace el Atlético. Simeone chocaba contra el espejo de Valverde.

Pero el equipo colchonero es como su técnico. No se rinde. Insiste hasta el último minuto y más allá. Fuera de tiempo, en otro saque de esquina, Saúl ha empatado. Alivio local y rabia foránea. El Athletic había merecido más y más aún ha merecido en el inicio de la segunda parte. Sin complejos, convencido de su autoridad, el equipo de Valverde ha maniatado al de Simeone. Aduriz ha tenido el gol en un mano a mano con Oblak. Manos a la cabeza. «La tenía que haber picado», se ha lamentado. El Athetic ganaba altura a cada minuto. En eso han llegado los cambios: Simeone ha recurrido al bullicioso Correa, y Valverde, por lesión de Iturraspe, a Mikel Rico. Ocho minutos después ha llegado la jugada del fantástico gol de Griezmann. Y ahí se ha apagado el partido. El Atlético lo ha cerrado. A su estilo. En la grada se leía una pancarta: 'Raúl, bienvenido a casa, capitán', en reconocimiento al trabajo como atlético de Raúl García, que no ha sido el de siempre, más calmado, menos protestón, menos Raúl. Y eso que su equipo actual, el Athletic, ha demostrado en el Calderón que tiene ya el nivel de intensidad y juego de su anterior escuadra, el Atlético. Aunque ha perdido ha sido mejor. Malo para el presente y bueno para el futuro.

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