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Rico, sin ser un fijo en el once, es importante para Ernesto Valverde.
Una jugada maestra
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Una jugada maestra

Valverde apostó por las rotaciones, una táctica que en otras ocasiones provocó serios tropiezos, pero le salió de lujo en Valencia, con una victoria que arma de moral al equipo para la Europa League

Juanma Mallo

Domingo, 28 de febrero 2016, 21:34

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Fue mirar la alineación y temblar. Con siete cambios con respecto al duro duelo frente al Olympique de Marsella del jueves, con Aritz Aduriz, que ya ha superado su mejor marca anotadora, en el banquillo, al aficionado del Athletic se le aparecieron los fantasmas de Alkmaar -ese encuentro en el que los bilbaínos se hundieron-, o de Villarreal, o del partido frente al Granada el pasado curso; esto es, de esos partidos en los que el cuadro rojiblanco se desfondó y firmó unas derrotas que luego dolieron. No obstante, Ernesto Valverde se anotó el domingo en Mestalla una jugada maestra: permitió descansar a algunos de sus hombres -al donostiarra, San José y Susaeta, en especial, más un Raúl García sancionado; todos lo agradecerán sin duda- y logró el triunfo frente a un rival que se estaba acercando a la parte alta. El Athletic se asienta en la zona de privilegio de la clasificación.

Reconozco que al ver la alineación presentada por Txingurri para medirse al Valencia me surgió el lado más tremendista, la parte más pesimista. Vamos, que pensaba que como mucho el equipo iba a conseguir un empate. Pero me equivoqué. Me alegro. Menos mal. Y más allá de por el hecho de que Muniain se reencontara con el gol, y que Sabin Merino siga entonado de cara la meta rival -de Aduriz y su récord ya no queda nada por decir-, me produjo una tremenda satisfacción que, por fin, Mikel Rico firmase un partido notable. Resultó formidable su empeño, recuperó su habitual tesón -ese robo de balón a Parejo da muestra de ello-, y quizá fue el rojiblanco más sobresaliente en el duelo disputado en Valencia.

Un partido que no solo resultó una jugada maestra de Valverde por ganar dando refresco a algunos de sus pilares, sino también porque sirve para asestar una bofetada moral al Valencia de Gary Neville de cara a los cuartos de final de la Europa League. Sorprende escuchar al técnico ché eso de que su equipo había jugado «los 70 mejores minutos» desde que él llegó a la capital del Turia. De inmediato, surge una pregunta: ¿Cómo habrán sido los peores, o los regulares? Esperemos que en la eliminatoria (10 y 17 de marzo, la vuelta allí) haga un partido tan bueno, que mantenga el nivel ofrecido el domingo el cuadro ché, porque eso permitirá al Athletic avanzar de ronda en la competición continental.

Por cierto, hablando de Europa. Es una pena para el aficionado que haya tocado un rival de la Liga. Como dice Valverde, se trata de un torneo para descubrir rivales nuevos, para acudir a lugares no habituales. Pero el bombo, caprichoso, deseó juntar a los bilbaínos con el Valencia. Una pena. Eso sí, de los oponentes cercanos, quizá es el más accesible. Por un lado, el Sevilla, con un espíritu competitivo ejemplar, hubiera sido una dura piedra. Y, por la otra parte, el Villarreal de Marcelino, que es cierto que puede atrapar al Real Madrid en la tercera posición, pero que ya ha hecho los deberes en la Liga y seguro se afanará en hacer algo grande en este torneo. Dentro de lo malo, de no disfrutar de las mejores experiencias, los vizcaínos se pueden dar por satisfechos. Ojalá el 17 de marzo lo certifiquemos. Será una buena noticia, como la jugada magnífica que realizó en Mestalla el técnico de Viandar de la Vera: reservar a unos hombres que ya acusan el cansancio de una temporada saturada, que han mostrado ciertos signos de agotamiento en febrero, y que el miércoles tienen otra importante cita, frente al Deportivo en San Mamés (20 horas).

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