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Yeray, durante un partido.
Yeray, el gran descubrimiento

Yeray, el gran descubrimiento

Amigos, excompañeros y técnicos del central del Athletic radiografían a un futbolista entregado en el campo y muy tranquilo fuera de él

Javier Ortiz de Lazcano

Sábado, 24 de diciembre 2016, 07:26

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Yeray Álvarez (Barakaldo, 21 años) parecía destinado a un papel secundario en el Athletic esta campaña. El que le corresponde a un central recién subido del filial que hasta el último suspiro de la pretemporada no supo que quien iba cedido era su compañero de demarcación Óscar Gil (Oviedo) y no él. Era consciente además de que en la pugna por ser el compañero de Laporte tenía por delante a Etxeita y Bóveda. Pero su momento llegó con la lesión del segundo, que le abrió las puertas del debut con el primer equipo el 15 de septiembre en el campo del Sassuolo. Tres meses después es titular indiscutible y su nombre está en boca de los aficionados del Athletic por su rendimiento, a la altura de un central experimentado pese a ser un recién llegado a Primera.

El colegio La Inmaculada baracaldés fue testigo de sus primeros pasos con el balón. Allí, con cuatro años, se juntó con Mikel Zatón, que también estuvo en Lezama y hoy milita en el Bermeo. Le recuerda como un niño que en el campo «siempre estaba un peldaño por encima. Era superior al resto».

En aquella época, el padre de un compañero de colegio fundó un equipo, al que llamó Amets. Allí jugó dos años a fútbol sala antes de saltar al fútbol siete. Tres campañas después, los dos amigos fueron reclutados por el Barakaldo, donde Yeray permaneció otros dos cursos.

Su rendimiento no tardó en llamar la atención del Athletic, que le llevó a entrenar a su «minilezama» de Ortuella, aunque seguía perteneciendo al Barakaldo. Eran tiempos en los que la cantera del club fabril no estaba tan bien posicionada como hoy. El Danok Bat se quedó prendado de él enseguida. «Bastaba verle dos días para darte cuenta de que era muy bueno», explica Juan Carlos Díaz, que lo tuvo a sus órdenes en el club de la calle Fika en su primer año alevín, en 2007-08. Un año después, y tras excelentes partidos ante el Athletic, ya estaba en Lezama.

La primera gran impresión que produce Yeray a quienes le conocen es su carácter templado. «Nervioso no se pone, no», dice Iker de Eguino, hoy en el Zamudio de Segunda B y uno de los centrales que jugó a su lado desde su etapa cadete hasta su ascenso al Basconia.

El propio aludido lo ha admitido varias veces cuando se le preguntaba sobre el tema. «Siempre me han dicho que soy muy tranquilo. Lo he sido y me parece una suerte», ha declarado. «Pero también tiene espíritu de liderazgo tercia Zatón al describir al central. Desde pequeño se ha echado los equipos a la espalda». Este sosiego ha sido una de las claves de la carrera de este joven de la calle Azorín de Barakaldo. Pero eso no lo convirtió en un chico reservado y que se queda al margen del grupo.

El extintor de Mallona

Ander Castro jugó con Yeray en su única campaña en el Danok Bat. Este jugador del Amurrio aún recuerda lo que sucedió el día que entró por primera vez al vestuario de Mallona. «Era un tío serio, pero el día que llegó lió una buena. Todavía la recordamos cuando nos vemos los que estábamos en aquel equipo. Cogió el extintor del vestuario y, sin querer y para sorpresa de todos, le dio y llenó toda la habitación de polvo», ríe al recordarlo. Aquel año sus compañeros le pusieron el mote de Braulio en referencia un central que estaba en el Getafe. «Se lo tomaba bien», recuerda.

El ascenso de Yeray no ha sido sencillo. Los prejuicios le han acompañado toda su carrera. Ha hecho todo lo posible por convencer a los técnicos de que es un gran defensa pese a su estatura. Gontzal Suances, ahora segundo en el Amorebieta, le tuvo a sus órdenes en los dos equipos juveniles de Lezama y en el Basconia. «No es muy alto (1,83 por los 1,89 Laporte) y eso siempre generó dudas en Lezama. Pero, como sucedía con Alkorta (1,78), gana balones por arriba sin ser muy alto. Lo hace después de desarrollar un gran sentido de la anticipación».

Había otra cuestión que generaba dudas. A veces no estaba muy concentrado. Fernando Quintanilla 'Txirri' trabajó durante años en Lezama y hoy es el responsable de la cantera del Leioa. «Tiene muy buenas condiciones físicas. Es duro, atrevido y anticipa bien. Ha tenido problemas cuando en Segunda A y B perdía la concentración. Con la que juega ahora es muy importante para el rendimiento que está dando».

En el Danok Bat, Díaz dedicó tiempo a hacer de él un central fiable en todo momento. «Trabajamos el tema de ser competitivo, no sólo en los partidos importantes, sino en todos. Le subieron a jugar con los que tenían un año más ante el Athletic y fue el mejor. Lo que tienes que hacer es competir en todos, no sólo contra los buenos, le comentamos», añade su exentrenador.

Una de sus grandes virtudes es su solvencia a la hora de tomar decisiones que a muchos parecen arriesgadas. Ander Castro recuerda la sorpresa que le causó en el Danok. «Venía del Barakaldo, que tenía menos nivel que nosotros. Yo era lateral y jugaba a su lado. Daba gusto porque era fuerte y llegaba a todo. Es rápido al corte. Me recuerda a Puyol, no muy alto, pero que se anticipa muy bien a todo. Para lo que mide, nadie le gana de cabeza y no tiene miedo a nadie».

Amante del 'snowboard'

La semejanza con el exbarcelonista está en boca de todos los que han trabajado a su lado. «Puyol fue muy grande. Es el defensa que más me ha gustado», reconoce Yerai a este respecto. «Es un honor que me comparen con él. Lo hacen porque dicen que voy con todo».

Ese valor podría trasladarse al terreno de juego gracias a una de las grandes aficiones que tuvo de niño. Era habitual que viajara con sus padres a practicar 'snowboard', un deporte extremo de invierno en el que se utiliza una tabla para deslizarse sobre una pendiente de nieve. «Supongo que ya no lo hace», relata Zatón, vecino de portal del central, quien aún vive en el domicilio paterno.

A la postre, la labor de Yeray en categorías inferiores le ha abierto las puertas del primer equipo. Ernesto Valverde le ha advertido sobre aspectos a pulir, pero está encantado con él. «Es un fenómeno. Nos está dando mucho este año. No se aprecia su juventud, se atreve con el balón y está muy fuerte en las disputas. Parece que lleva jugando mucho tiempo», dijo tras el 5-3 al Genk.

Pero por detrás hay una gran labor de trabajo con Yeray. Cuando Valverde habla con él, le pide que se relaje al ir al corte. El criterio del técnico es que expone demasiado y que eso le expone a situaciones de riesgo. Uno de los que conversa mucho con él es Carlos Gurpegui, tercer entrenador tras su retirada y quien le aconseja permanentemente y le corrige cuando detecta que ha marcado mal a algún jugador. Un modelo para que Yeray siga creciendo.

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