Hay derrotas difíciles de digerir. Y la del pasado sábado en el Camp Nou se ha regurgitado de manera incómoda e irritante durante toda la semana. Sencillamente porque las grandes oportunidades solo se presentan muy de vez en cuando. Y cruzarse frente al Barça más vulnerable, asequible y me atrevería a decir que hasta más mediocre a nivel colectivo de los últimos dos sexenios no resultará una circunstancia que pueda reproducirse con prontitud. En cualquier caso esa es ya una historia pasada. Hoy toca volver al amparo de La Catedral para intentar doblegar a un Deportivo dirigido por el tándem Garitano-Ferreira.

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El pasado mes de diciembre tuve el placer de visitarles en la Ciudad Deportiva de Abegondo «O Mundo do futbol» y disfrutar de la intensidad y calidad de sus entrenamientos. Y aquella sensación de vitalidad, dos días después, se trasladó al césped del Bernabéu donde merecieron mucho más que aquella dolorosa derrota frente al Real Madrid en tiempo de prolongación. Y quizá sea esa la tónica general del conjunto coruñés en la presente temporada: Más méritos y juego que puntos conseguidos. Una circunstancia que, por reiterada, también merece un diagnóstico. Porque nada recurrente es por casualidad.

Y los 19 puntos acumulados por los gallegos hasta la fecha (con un partido menos) resultarían una cifra más que preocupante de no ser por la descomunal esterilidad de los tres equipos Sporting, Granada y Osasuna que ocupan el ascensor con destino a segunda. Pero cuidado. Del mismo modo que percibo a rojillos y asturianos con exigua capacidad de respuesta por una pura cuestión de falta de recursos, creo que la escuadra nazarí tiene mimbres suficientes para reaccionar y pelear por la permanencia. Y si es así, equipos como el Leganés o el propio Deportivo, si se descuidan, podrían verse involucrados en esa indeseable batalla. Pero solo es una impresión personal e intransferible.

Lo que resulta incuestionable, por más que la nostalgia se empeñe en rememorar tiempos pasados, es que este Deportivo nada tiene que ver con aquel «SuperDepor» de finales del Siglo XX y albores del XXI. Es más, al día de hoy, hablamos de un club condenado a decir adiós a sus futbolistas más estelares, caso de Lucas Pérez el último gran icono fichado por el Arsenal, e incluso a perder la batalla ante cualquier movimiento del mercado futbolístico, caso de Ryan Babel, el último en decir adiós este pasado mes de diciembre.

Y cuando el viento sopla en contra no existe nada más razonable y realista que ajustar las velas. Por más que la morriña apriete. Y en ese empeño navegan Gaizka Garitano y Patxi Ferreira. Dos de los nuestros. Aunque hoy la profesión les siente en el banquillo enemigo.

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