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Athletic - Almería | Liga Santander Jornada 7

Sancet conduce a un Athletic vibrante

Dos años y diez meses después, tras apabullar al Almería con un fútbol eléctrico, el Athletic suma su tercera victoria consecutiva en la Liga y sigue en ascenso

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Viernes, 30 de septiembre 2022

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Por fin. Dos años y diez meses después, tras 105 jornadas sin poder conseguirlo, el Athletic sumó tres victorias consecutivas en la Liga. Al Rayo y al Elche le siguió el Almería, un equipo en crisis, de esos que se miran al espejo y no se sostienen la mirada porque sólo se sacan defectos. Los rojiblancos, en fin, superaron ayer una frontera estadística y mental que se les negó hasta en tres ocasiones la pasada temporada. Entendámonos. Tampoco es que hicieran una de esas heroicidades que, en otro tiempo, hubieran cantado por las calles los niños vendedores de periódicos, pero el valor del triunfo es indiscutible y, pese a la escasa entidad del rival, se le puede adjudicar un significado muy valioso: que el Athletic está creciendo, dando pasos adelante, superando barreras que, durante demasiado tiempo, le han resultado infranqueables.

Athletic

Unai Simón; De Marcos, Yeray (Paredes, 72'), Íñigo Martínez, Lekue; Sancet (Herrera, 72'), Dani García (Zarraga, 84'); Nico Williams, Muniain (Villalibre, 79'), Berenguer (Vesga, 79'); Iñaki Williams

4

-

0

Almería

Fernando; Mendes, Kaiky, Ely, Babic, Akieme; Lázaro (Embarba, 59'), Robertone (Puigmal, 66'), Samu (Eguaras, 79'), Portillo (Baptistao, 59'); Ramazani (Souza, 46').

  • GOLES 1-0 M. 10 Iñaki Williams. 2-0 M. 17 Oihan Sancet. 3-0 M. 62 Nico Williams. 4-0 M. 84 Mikel Vesga, de penalti.

  • ÁRBITRO Pulido Santana (canario). TA: Yeray Álvarez (37')/Robertone (40'), Kaiky (57'), Puigmal (82').

  • ESTADIO San Mamés. 42. 110 espectadores

La victoria, que asienta al equipo de Valverde en puestos de Champions, la fabricaron los rojiblancos en poco más de un cuarto de hora. Es lo que necesitaron para destruir a un Almería que arrancó valiente, no queriendo encerrarse y llegando a las cercanía de Unai Simón en un par de ocasiones, pero que no tardó nada en empezar sufrir una tortura ante el ritmo de vértigo que impuso el Athletic. Lo cierto es que fue una delicia observar la intensidad de los rojiblancos, sobre todo en la presión tras las pérdidas, y el dinamismo general de un equipo hecho para correr y para atacar. Oihan Sancet representó mejor que ningún otro este concepto.

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Más adelantado que en otros partidos -o menos cerca del pivote, que vendría a ser lo mismo- el navarro disfrutó más que nunca esta temporada. Suyo fue el 2-0, en el minuto 16, tras recibir un gran pase de De Marcos, muy incisivo ayer, y firmar un control de lujo antes de batir a Fernando. Viendo el nivel del Almería, se puede decir que ese gol dictó la sentencia. Porque los andaluces ya estaban con la moral a la altura de las alcantarillas desde que el Athletic se adelantó en el marcador a los diez minutos. Un regalo absurdo de un defensa acabó propiciando un centro perfecto de Nico Williams con la izquierda y un remate imperfecto pero igualmente letal -quiso rematar de cabeza pero el balón le pegó en el hombro- de su hermano Iñaki.

Por delante tan pronto, el Athletic volvió a disfrutar, algo que le está sucediendo esta temporada con una frecuencia insospechada. La debilidad de algunos rivales, como el Almería, el Elche o el Cádiz, ha sido manifiesta, sorprendente en muchos casos. Han regalado más que el Olentzero. Aún así, en el fútbol no siempre se materializa la superioridad de una forma tan espectacular -ni más ni menos que 16 goles- como lo está haciendo el equipo de Valverde, más afilado que nunca y con un alma inconformista que le lleva a mantenerse eléctrico y buscar la portería rival hasta el pitido final.

Fernando, el portero del Almería, llegó a dar pena por momentos. Lo suyo fue una tortura desde que, a los 38 segundos, una magnífica jugada coral del Athletic acabó en un derechazo desviado de Iñaki Williams. Fue el primer susto antes de la serie de soponcios que acabó viviendo en un partido que se le hizo eterno. Porque los pupilos de Txingurri no bajaron el pistón tras el descanso, otra novedad digna de mención y celebración. Al contrario. Salieron a cuchillo. Su presión seguía siendo igual de intensa. Por momentos, hasta sorprendía la concentración y la fiereza de los defensas en las anticipaciones a los pases largos de los andaluces. Los tiempos de las empanadas parecen haber pasado a mejor vida.

Sancet, además, seguía a lo suyo, más profundo que en partidos anteriores y tocado con una varita mágica en todas sus acciones. No falló ni un solo pase. Dos de ellos, en los minutos 46 y 49, fueron dos asistencias magníficas a Iñaki Williams. La primera no la supo controlar el delantero rojiblanco y la segunda acabó en gol pero el VAR lo anuló por milímetros; es decir, como nadie que aprecie lo que es el fútbol puede aceptar. ¿Por qué ha dejado de existir el concepto de jugador en línea, que podría dar validez a este tipo de acciones? Alguien debería explicarlo.

Pero, en fin, los goles llegarían más tarde. El 3-0 lo haría Nico gracias a la cortesía de Ely y a su hermano. Los Williams, que ya desataron un huracán contra el Rayo, empiezan a construir una conexión letal en este tipo de choques muy abiertos. Lo curioso es que las imágenes del VAR parecían calcadas a las del gol anulado, pero por lo visto el milímetro decisivo habilitaba esta vez al joven internacional rojiblanco. La tropa de Rudy mejoró con las entradas al campo de Diego Sousa y Embarba, que crearon peligro en un par de llegadas, como lo hizo Kaiky en un cabezazo en el minuto 72, pero el último gol volvió a registrarse en la portería de Fernando, que acabó el hombre con una cara de enterrador con migraña que daba pena. Si no eran suficientes los ataques comanches del Athletic, Arnau decidió hacerle un penalti tonto a Vesga estirándole del pantalón. El propio jugador vitoriano, que había salido en lugar de Berenguer -Dani García fue titular y cumplió con creces-, firmó el 4-0 definitivo en otra noche de fiesta en San Mamés.

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