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Tras la derrota del Villarreal en Mendizorroza, el Athletic tenía ayer una gran oportunidad para reengancharse a la pelea por Europa. Y la aprovechó. Hablamos, por tanto, de un notición merecedor de grandes titulares porque de todos es conocida la facilidad intrínseca de los rojiblancos para desaprovechar oportunidades. El caso es que ahora vuelven a soñar. De hecho, se encuentran en la misma situación en la que se encontraban tras ganar al Elche el 3 de abril, antes de visitar el estadio de la Cerámica: a un solo punto de la séptima plaza que da acceso a la Conference. Teniendo en cuenta que sólo restan cuatro jornadas y la actitud ejemplar que mostró el equipo de Marcelino, lo cierto es que hay razones para imaginar un final de Liga muy emocionante. Y quién sabe si con volver a jugar competición europea cinco años después.
Athletic
Unai Simón, De Marcos, Yeray, Íñigo Martínez, Yuri (Balenziaga, min. 88) Nico Williams (Zárraga, min. 74), Dani García (Vencedor, min. 74), Vesga, Muniain, Raúl García (Vivian, min. 88) e Iñaki Williams (Berenguer, min. 77).
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Atlético
Oblak, Marcos Llorente, Giménez, Mario Hermoso, Reinildo (Correa, min. 46), Lodi, Héctor Herrera (De Paul, min. 65), Kondogbia (Koke, min. 65) Carrasco (Cunha, min. 65), Griezmann y Luis Suárez.
Goles 1-0: min. 8, Hermoso en propia meta. 2-0: min. 55, Iñaki Williams, de penalti.
Árbitro Mateu Lahoz (Comité Valenciano): Mostró amarilla a Mario Hermoso, Reinildo -ambos se pierden el derbi-, Dani García, Iñaki Williams, Lodi y Berenguer.
Incidencias Partido de la 34ª jornada, disputado en San Mamés.
El fútbol es tan misterioso que hasta lo inimaginable es capaz de llegar a suceder. Y no nos estamos refiriendo a la clasificación para Europa, que hace dos semanas, tras el soponcio ante el Celta, ya dábamos por descartada. Nos referimos a que el Atlético de Simeone, durante años un verdugo intratable, se haya convertido en un rival incluso apetecible para el Athletic, que en los cuatro últimos partidos -semifinal de Supercopa incluida- le ha ganado tres y le ha empatado uno. Ayer la superioridad del equipo de Marcelino fue clarísima durante la primera media hora y también después del 2-0, que llegó en el minuto 59. Lo marcó con maestría Iñaki Williams, que fue una pesadilla, como una comadreja en un gallinero, para la defensa del Atletico, cuya imagen fue penosa en San Mamés. Regaló los dos goles, cometió un montón de pérdidas y transmitió una inseguridad enorme. En fin, errores de bulto que la tropa de Simeone no cometía nunca. Para colmo, esos errores, además, estuvieron aliñados con varios golpes de mala suerte, sobre todo un balón al larguero de Griezmann en el minuto 51 que hubiera supuesto el empate. Y con ello quizá otro partido muy diferente.
A los fallos del Atlético, por supuesto, contribuyó un Athletic voraz y deseoso de reivindicarse. Su arranque fue exactamente el que sus aficionados firmarían todos los partidos. O dicho de otro modo: el que echan de menos hasta desesperarse cuando, por razones insondables, aparecen en versión gaseosa y empanada. Ayer salieron con ganas, agresivos en su presión y con una lectura muy acertada de su estrategia. Se trataba de atacar la defensa de tres centrales del Atlético escarbando con balones largos por las bandas, donde los hermanos Williams afilaban sus cuchillos.
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Hermoso y Giménez no tardaron nada en empezar a sufrir una tortura. En el caso del español, su comienzo de partido fue como para pedir algún tipo de auxilio. O una llamada al psicólogo. A los 45 segundos se ganó una amarilla de Mateu Lahoz en una entrada que no pareció para tanto, a los seis se llevó un buen susto en un balón que Rául García remató alto y a los siete desvió un centro chut de Iñaki Williams y se marcó en propia puerta. La jugada del 1-0 resumía lo que estaba sucediendo. El mayor de los Williams, enchufadísimo, robó un balón de oro a Giménez, cuya blandura no pudo ser más llamativa, sobre todo tratándose de un central uruguayo. En otro tiempo, por algo así en su país te quitaban la nacionalidad. O casi.
Lleno de cortocircuitos, incapaz de dar dos pases seguidos ante la presión de los rojiblancos, el Atlético tardó casi media hora en enterarse de qué iba la fiesta. Comenzó a hacerlo cuando Simeone decidió cambiar su sistema de tres centrales y dos carrileros, que estaba siendo un desastre. Su equipo se entonó un poco y acabó llegando con peligro a un Athletic que había plegado velas en exceso. Kondogbia avisó en el minuto 37 y Carrasco, en una gran jugada personal, se fabricó una oportunidad clarísima en el 45. Parecía gol, pero el balón tocó en Vesga y salió fuera.
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Javier Ortiz de Lazcano
Javier Ortiz de Lazcano
El Athletic había acabado mal la primera parte y del mismo modo arrancó la segunda. El partido empezaba a tener un tufillo sospechoso. El Atlético, con Correa en lugar de Reinildo, mandaba en el campo. Cuando en el minuto 57 Griezmann lanzó una falta al larguero fue inevitable que la afición local temiera que las cosas fueran a torcerse.
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De hecho, se estaban torciendo. Los de Simeone, sin embargo, no tenían su día y acabaron pegándose otro tiro en el pie, éste definitivo. Fue en el minuto 57. Lodi dio un pase criminal a Herrera, que controló mal y acabó derribando a Muniain sobre la línea del área. Penalti y gol con mucho temple por el medio de Iñaki Williams, a quien su capitán le regaló el lanzamiento. Quedaba media hora pero el 2-0 fue la puntilla.
Aunque Simeone lo intentó con un triple cambio -entraron Koke, De Paul y Cunha-, de nada sirvió. A su equipo siguió faltándole fútbol, una defensa solvente y hasta una pizca de suerte en un nuevo balón al palo, ya en descuento, de Correa.
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