Borrar
Athletic - Granada | Liga Santander Jornada 15

Un equipo sumido en la vulgaridad

El Athletic de Marcelino agranda su crisis de juego y se deja dos puntos ante el Granada

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 26 de noviembre 2021

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Estaba la hinchada del Athletic ayer bastante tensa tras los dos últimos partidos de su equipo; un poco como Michael Douglas al principio de 'Un día de furia', metido en un atasco sofocante, sudando cada vez más mientras escuchaba los bocinazos a su alrededor. Los aficionados necesitaban una buena noticia ante el Granada, un momento de felicidad reparadora, una brisa agradable. Pues bien, se encontraron justo con todo lo contrario, con una nueva noche penosa de su equipo que obliga ya a hablar de crisis. Y no hablamos de puntos sino de juego. Ante un Granada al que sólo le faltó quemarse a lo bonzo -regaló dos goles y perdió tres jugadores por lesión- el Athletic no pudo pasar de un triste empate, el octavo en catorce partidos. ¡Menos mal que su entrenador odia las igualadas porque esto ya es un récord!

Athletic

Simón, Balenziaga (Petxa m.77), Íñigo Martínez, Yeray, Lekue, Vencedor, Dani García (Zarraga m.58), Muniain, Nico Williams, Sancet (Iñaki Williams m.59) y Raúl García.

2

-

2

Granada

Maximiano, Germán (Abram m.44), Torrente, Quini, Escudero, Rochina (Eteki m.65), Gonalons, Montoro, Machís (Neva m.53), Jorge Molina y Luis Suárez.

  • Goles : 1-0 Raúl García, ('9); 1-1 Matxis ('24); 1-2 Jorge Molina ('33); 2-2 Maximiano en propia puerta ('75)

  • Incidencias : 32.661 espectadores en San Mamés

  • Árbitro : Cordero Vega.

Las cosas como son: el fútbol de los rojiblancos comienza a ser insufrible. Se habla mucho de cambios en las alineaciones, ponemos la lupa de detectives en jugadores concretos. Ayer, como estaba previsto, Marcelino dejó en el banquillo a Berenguer y dio la sorpresa de la noche haciendo lo propio con Iñaki Williams, uno de sus intocables. Esta decisión tuvo como consecuencia el estreno de una nueva pareja en ataque, la formada por Sancet y Raúl García. De nada sirvieron, sin embargo, estos retoques. Y es que en el Athletic no sólo fallan como escopetas de feria las individualidades sino el colectivo, que parece condenado a un fútbol de una pobreza descorazonadora.

No son extraños los problemas que ha tenido el grupo de Marcelino contra el Cádiz, el Levante y el Granada, tres equipos del fondo de la tabla que transitan por la Liga haciendo ejercicios de supervivencia. La realidad es que, hoy por hoy, cualquier rival parece capacitado para complicarle la vida a un Athletic que en el último mes, tras aquel gran partido en Cornellá, ha caído en una vulgaridad futbolística que no se puede entender. Al técnico de Careñes se le ha caído el equipo sin un motivo claro más allá de la manifiesta y largamente acreditada incapacidad de un buen número de sus futbolistas para sostener durante mucho tiempo un alto nivel competitivo. Su primera misión ahora, por supuesto, es levantarlo.

El comienzo del choque ya invitó al pesimismo. El Athletic tenía más dominio, pero la realidad es que los dos equipos rivalizaban en la práctica de un fútbol de baja estofa. Se sucedían los errores y las faltas. Aquello no había por dónde cogerlo, pero en el minuto diez, intentando sacar el balón jugado desde la defensa, Montoro hizo un regalo monumental a Muniain, que asistió bien a Raúl García para que que éste la colocara fuera del alcance de Maximiano. Por delante en el marcador gracias a la generosidad de un rival que no daba una a derechas, se hizo inevitable imaginar una noche tranquila en San Mamés. Sobre el papel, muy poco o nada iba a necesitar el equipo de Marcelino para llevarse los tres puntos.

Quizá fue esta sensación de facilidad, de que todo estaba bastante mascado, de que el Granada tenía en San Mamés menos posibilidades que las que hubiera tenido El Fary en Eurovisión, la que terminó de confundir a un Athletic ya de por sí bastante plano y confundido desde el inicio. Porque lo cierto es que los rojiblancos se esfumaron de una manera lamentable. Uno tras otro, como fichas de dominó, todos los jugadores se fueron cayendo. Yeray, los dos laterales, la pareja de medios centros, a quienes fueron ganando el sitio Montoro y Gonalons, Nico Williams, Sancet, desquiciantemente torpe en los controles, Muniain...

El Granada empató en su segunda aproximación a la portería de Unai Simón. Fue en el minuto 25. Un jugadón de Machís, que retrató en su peor perfil a Lekue, supuso el 1-1. Al Athletic le sentó fatal el golpe y acabó encajando el 1-2 en el minuto 34 tras una perdida absurda de su biografiado capitán -para más inri en un córner sacado en corto- que terminó con un gol de Molina. El equipo de Marcelino acabó retirándose al descanso necesitado de todo tipo de reparaciones: chapa, pintura, frenos, carburador, embrague... Hasta el volante, oiga. Y es que la segunda parte se prometía dura y así fue.

El equipo de Robert Moreno, que había perdido por lesión a Germán en la primera parte y acabó perdiendo en la segunda a Machís, su mejor hombre, y luego a Rochina, se metió en su campo a defender. Lo hizo con bastante eficacia, a lo que contribuyó la falta de ideas y de precisión de los rojiblancos, que mejoraron algo con la entrada de Zarraga e Iñaki Williams pero no lo suficiente para remontar. Bastante consiguieron con salvar un punto en una acción desgraciada de los nazaríes que terminó con Maximiniano marcándose en propia puerta. Una desgracia. Como lo fue perder a Iñigo Martínez, que se jugó el tipo para salvar lo que pudo ser el 2-3 del Granada en el descuento tras un error de Unai Simón. Hubiera sido la repanocha.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios