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Hay partidos que dejan un tipo de resaca muy concreta y específica: la de las imágenes, repetidas en bucle, de las ocasiones de gol falladas por tu equipo. No es necesario que sean muchas. Basta con que sean claras. Como las tres que tuvo el Athletic en Vallecas, por ejemplo. La de Sancet en el minuto 30 fue buena; la de Berenguer, a la hora de juego, muy buena; y la de Nico Williams en el descuento, clamorosa. Como el Rayo también tuvo las suyas, al final del partido no hubo discusión respecto a la justicia del resultado. Ahora bien, esas tres oportunidades que se fueron al limbo seguían ayer ahí, alimentando entre muchos aficionados rojiblancos la decepción de lo que pudo haber sido y no fue. Y no es de extrañar porque a nadie se le escapa que la pérdida de eficacia frente a la portería rival está siendo una de las principales razones por las cuales el equipo de Valverde se ha caído tras el parón de Qatar 2022.
Los datos están ahí. En los diez partidos que han disputado desde el regreso de la competición, saldados con cinco derrotas, tres empates y dos victorias, los rojiblancos han marcado nueve goles. No llegan, pues, a uno por encuentro. En seis (Betis, Osasuna, Real Madrid, Celta, Atlético y Rayo), cinco de ellos a domicilio, no han visto puerta, como ocurrió también en El Sadar en la ida de las semifinales de Copa. Es cierto que, en varios de esos partidos, la falta de gol no tuvo que ver con la falta de puntería sino con la pobreza de juego, que se tradujo, como suele ser habitual, en una cifra muy escasa de ocasiones. Pero en otros partidos, sin embargo, al Athletic le ha faltado pegada, algo que no le ocurrió en la primera fase de la temporada.
Recordemos que, en esas catorce primeras jornadas, los pupilos de Txingurri marcaron 24 goles, es decir, 1,7 por partido. Hubo varias goleadas y, por un momento, hasta se extendió el espejismo de que el Athletic había solucionado ese problema nuclear que tiene desde la marcha de Aduriz. Y no. Ese bendito oasis con agua, palmeras y dátiles no existía. Y cuando se desvaneció esa imagen irreal lo que apareció fue la llanura pedregosa en la que se encuentra ahora el equipo, que ha visto reducida casi a la mitad su capacidad goleadora.
Para lo bueno y lo malo, en el fútbol las responsabilidades se comparten. Cuando un equipo no hace goles la culpa es de todos. Ahora bien, esto tampoco significa que no exista la responsabilidad individual, y menos en una cuestión tan particular como es el acierto en los remates. Si uno se detiene a observar las cifras de los jugadores que componen el frente de ataque del Athletic no puede por menos que preocuparse. O encender velas en algún altar, aunque sea profano. Iker Muniain no ha visto puerta en toda la temporada. De hecho, su último gol lo marcó el 24 de abril del año pasado. Berenguer lleva sin firmar una diana en Liga desde el partido contra el Elche del 9 de septiembre.
Iñaki Williams hizo su último gol el 30 de octubre, hace ya más de cuatro meses. En este tiempo ha disputado 13 partidos -10 de Liga y tres de Copa-, sin batir la portería rival, una racha que iguala a la peor que había tenido hasta la fecha. Fue una en su primera temporada con el primer equipo que se prolongó en los 13 partidos de Liga posteriores a su estreno goleador en un choque de Europa League ante el Torino.
El caso de Guruzeta es especial. No es exagerado decir que el Mundial le ha sentado al delantero donostiarra como un accidente de tráfico. Le pilló cuando estaba en su mejor momento, con tres goles en dos partidos, ante el Girona y el Valladolid. Su figura crecía. Valverde parecía haber encontrado un 'killer'. De hecho, cuando volvió la Liga, Guruzeta fue titular en el Benito Villamarín. Pues bien, al hombre se le ha mojado toda la pólvora. No ha vuelto a marcar. Diez partidos, cero goles. Yerrores gruesos como el que tuvo contra el Girona cuando tenía en sus botas el empate. Siguiendo con el recuento, le llega el turno a Nico Williams, que sí ha marcado en este 2023 –uno Liga y otro en Copa, ambos en Mestalla–, pero está mostrando una pegada de peso mosca. De hecho, ese gol de Valencia es el único que ha hecho el pequeño de los Williams en las 16 últimas jornadas. Raúl García, por su parte, también tiene números muy flojos, aunque es cierto que cada vez juega menos. Después del Mundial sólo ha marcado un gol, el 2-3 ante el Girona aprovechando un regalo de Gazzaniga. El caso es que sólo Oihan Sancet, con 5 goles tras el parón mundialista, tiene unas buenas cifras.
La conclusión es tan clara como algunas de las oportunidades falladas por los rojiblancos. En un equipo en el que es tan justita la aportación goleadora de defensas (tres tantos suman en Liga entre Yeray, Vivian y Berchiche) y medios centros -sólo Vesga ha marcado dos goles-, es obligado mirar a los de arriba y exigirles más efectividad. Sus cifras, sencillamente, no sirven y hay un dato que lo certifica: la pérdida de gol casi a la mitad (de 1,7 por partido a 0,9) se ha traducido en pérdida de puntos en la misma proporción (de un 57% a un 30%). O el Athletic corrige esta inercia o puede irse despidiendo de Europa.
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