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El Athletic de Uriarte vende singularidad

El Athletic de Uriarte vende singularidad

Lo que empieza a parecer consustancial con la directiva es su afán de tomar iniciativas y de gestionarlas estrechamente. No estaría de más que se pongan portavoces a la actualidad del club, sea el propio presidente, sean delegados con verbo en plaza

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Jueves, 5 de enero 2023, 17:30

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Rebasado el primer semestre de mandato de Jon Uriarte y su equipo pueden deducirse ya algunas fundamentales líneas de actuación. Para ello no ha necesariamente de desempolvarse el programa o las proclamas electorales, que a veces se alejan de la terca realidad e incluso pugnan con ella. Acudamos mejor a la praxis y al hacer camino al andar, sin estelas en la mar, como Machado y Serrat.

Lo que empieza a parecer consustancial con la actual directiva es su afán de tomar iniciativas propias y de gestionarlas estrechamente. Y que las actuaciones propuestas, y llevadas a cabo con distinto alcance, respondan a un claro objetivo: subrayar la singularidad de este club, un tesoro preciado quizás no suficientemente exhibido al mundo. Un capital que se pone de manifiesto en el seno de un gran estadio aún por explotar, y con motivo ahora de una nueva orgullosa efemérides como es el 125 aniversario de la fundación del Athletic.

Hablábamos a finales de junio de una extensa lista de tareas, y decíamos que no había lugar al largo plazo para emprenderlas. No se trata (no sería, seguro, el momento) de evaluar, sólo de constatar lo hecho a la espera de lo por hacer. Sí parece, desde ya, que el modelo esbozado no es tan presidencialista como anteriores, y que existe un núcleo directivo activo y con protagonismo, de los de arremangarse a pie de césped. Otra manera de gestión, que puede no ser generalmente exigible, pero que se agradece. Directivos que dirijan. Y que se mojen, pergeñando iniciativas y poniéndolas cara, con el bendito riesgo de cometer errores.

Tampoco estaría de más (lo hemos echado en falta en la reciente historia de la entidad) que se pongan portavoces a la actualidad del club, sea el propio presidente, sean delegados con verbo en plaza. La masa social y los athleticzales lo merecen, porque no lo es todo la asamblea anual de compromisarios. Se necesita saber, y de labios de los propios rectores, de situaciones, posturas y perspectivas concretas, no sólo oír herméticos soniquetes que muchas veces sólo contribuyen a que la desinformación y la rumorología se abran paso. En una palabra: comunicar. Aunque sean malas nuevas, pero explicadas con argumentos por todos comprensibles.

En el capítulo de actos organizados y anunciados no puede sino elogiarse las iniciativas para animar la presencia de jóvenes seguidores, futuro del club. Díganse actividades lúdicas en los prolegómenos de los partidos en la explanada de San Mamés, dígase el acceso abierto, por fin, a entrenamientos del primer equipo (en la Catedral y en Lezama). De subrayar, sobre todo, es el comienzo de los fastos del 125 aniversario, con el inicial pinchazo de asistencia en el partido del Chivas, claramente compensado con una exitosa cita navideña, de muy estimable participación popular. Sin olvidar la idea de los 12 embajadores del Athletic a lo largo del año entrante, empezando por el gran campeón de Barrika, John Rahm. Enhorabuena a los promotores por todo ello. Y que no decaigan tales eventos que sirvan para dar rienda suelta al sentimiento zurigorri.

Hablábamos también en verano de períodos de gracia, y del wait and see. Aunque todo depende de que la bolita entre, en los alrededores del verde observamos que el Athletic de Uriarte se mueve, y que camina en la acertada dirección de poner en valor las joyas de la corona, introduciendo técnicas modernas de gestión y de marketing en su difusión. No todo es pura mercadotecnia, desde luego, pero hay que romper barreras. Porque, como en mi casa siempre se ha dicho, ser del Athletic es facilísimo, porque lo tiene todo para atrapar, a los propios y a muchos ajenos. Hay producto que vender. Lo auténtico vende, el arraigo vende, la singularidad vende. Buscar la universalización de los valores tradicionales no es mala fórmula.

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