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Javier Beltrán
Domingo, 21 de noviembre 2021, 14:15
El Bilbao Athletic sigue atascado. Le cuesta hilvanar jugadas y sacudirse la presión a la que le someten los rivales, sin permitirle respirar en la salida del balón. El Talavera, con superioridad en el círculo central, desdibujó a los centrocampistas rojiblancos para noquearles con un solitario gol en Lezama (0-1). El equipo se hunde en el sótano de la tabla. Un tanto de Adighibe sirvió, justo después de un testarazo a la madera de Diarra y una ocasión de Tascón que abortaba Souza, para tumbar al filial, negado en ataque y espeso en la construcción. Los cachorros merecieron, sin embargo, algo más ante un rival directo, pero los puestos de descenso atenazan. Ya son ocho partidos sin ganar, casi dos meses, y el Talavera le saca cuatro puntos a las órdenes de Víctor Cea, que había comentado que tres o cuatro de los actuales cachorros serán futbolistas de élite en un par de campañas. Habrá que esperar.
Una nueva derrota en la vuelta a defensa de cuatro. Con el goleador de la Sub-19 Nico Serrano, que jugó unos minutos ante el Levante; con Tascón que se estrenaba de titular tras sortear su lesión de cuádriceps, y con Artola de enganche en el esquema de Imanol de la Sota, que regresó al banquillo tras superar su positivo en covid. El filial rojiblanco arrancó con brío, deseoso de asumir las riendas tras la bofetada en El Sardinero, pero el conjunto cerámico presionaba con fiereza en bloque alto, con hasta cinco jugadores, lo que obligaba a los cachorros a ceder a Agirrezabala, hasta siete veces, para que jugara con el pie. Los de Cea tenían la consigna de ahogar la salida de balón de los bilbaínos, en eso se afanaban. Un equipo toledano con gente veterana como Pichín y Añón, que contemporizaban y se sacudían la presión local, con el donostiarra Ceberio al volante, demostrando su jerarquía, en un conjunto con envergadura física que chocaba ante los jóvenes cachorros. A Prados le vigilaban con hasta tres efectivos, en otro plan trazado por el técnico madrileño, que obligaba a Diarra a sumar galones.
Víctor Ruiz, de lanzamiento de falta, probaba los puños de Agirrezabala en la primera aproximación con peligro más allá del cuarto de hora. El filial, acuciado por la necesidad de ganar, se precipitaba en sus acciones. Tascón se peleaba como un titán arriba, se ofrecía y abría espacios. Pero el filial no fabricaba ocasiones de gol, pese a los intentos de Serrano y Goti por prolongarse por los extremos. El Talavera lograba imponerse en superioridad en la zona ancha, con Borja Díaz echando un cable por dentro, cortocircuitando a los pupilos de De la Sota. Nico Serrano, que había metido un par de centros sin rematador desde su perfil izquierdo, cabeceaba esquinado sin problemas para Edu Souza en un primer acto que se consumía sin oportunidades claras bajo la lluvia en las instalaciones de Lezama. Los dos guardametas, casi inéditos, con sólo un tiro a puerta por parte toledana.
Tras la reanudación, el verde del Campo 2 de la factoría del Athletic cobraba velocidad por causa del agua, pero con muchas interrupciones por faltas en la zona ancha, con poco juego ante tantos parones, con cambios obligados en una mañana gris y encapotada en todos los sentidos. El Bilbao Athletic se sacudía el sopor metiendo una velocidad más y volcándose sobre el área de Souza con balones colgados a balón parado, como uno que acabó con testarazo de Tascón que repelía el arquero del Talavera, y una acción de calidad de Serrano cuyo centro cabeceó a la madera Diarra en la ocasión más diáfana del partido, en el minuto 61. Pero apenas tres minutos después, a la salida de un córner, el fornido delantero nigeriano Adighibe, que acababa de salir al verde, empujaba el balón a la red entre varias piernas rojiblancas. Un nuevo palo en las ruedas del filial, que de nuevo debía remar en contra. El Talavera reclamó un penalti sobre David Añón en el borde del área, que no pareció, pero que enrarecía el encuentro. Un hecho que perjudicaba al equipo bilbaíno, buscando a la desesperada el empate, con más fe que acierto, demasiado ansioso, y sin apenas inquietar el arco toledano.
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