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Cada generación de rojiblancos tiene su Waterloo. Los más viejos recordarán la final de la UEFA a doble partido de 1977, cuando el Athletic de Koldo Aguirre cayó dignamente ante una gran Juventus (los italianos se impusieron por el valor de los goles en campo contrario). A las generaciones más jóvenes, incluidos los 'milenials', esa decepción no les dirá nada; lo que les escuece es la final de la Europa League de 2012 en el Estadio Nacional de Bucarest, el coliseo rumano de 63.000 espectadores donde un 9 de mayo los pupilos de Marcelo Bielsa fueron fulminados 3 a 0 por el Atlético de Simeone y el 'killer' Radamel Falcao.
A 'Cuco' Ziganda no le podía haber tocado en suerte un escenario más cargado de simbolismo para estrenarse esta tarde con el Athletic en partido oficial (19.30 horas). Si algo habrá pedido a sus jugadores, menos rodados que el Dinamo de Bucarest, es que opongan la determinación que Bielsa y la afición echaron en falta en los leones hace cinco años. Entonces, en ese mismo escenario había que rematar una campaña histórica en la competición continental. Ahora se trata de no pifiarla en los primeros compases del torneo.
No hace tanto de la debacle de Bucarest -con dos goles de Falcao y uno de Turan-, que fue seguida el 25 de mayo de una decepción anunciada en la final copera con el Barça. Pero en el fútbol cinco años son una eternidad en la que caben la última temporada de Bielsa, las exitosas cuatro campañas de Valverde y un montón de vicisitudes más. Entre las autoridades que poblaron el palco de Bucarest, el todopoderoso presidente de la UEFA, Michel Platini, acabó defenestrado, y a Ángel Villar, presidente de la Federación Española, lo acaban de enviar a prisión.
El verdugo de la final
Allá abajo, a los protagonistas del terreno de juego el fútbol los hizo dar algunas vueltas. Simeone triunfó, Falcao fue al Mónaco y Turan a fracasar al Barça. Del naufragio rojiblanco, la diáspora se llevó en diferentes momentos a Fernando Llorente, Javi Martínez, Fernando Amorebieta, Ander Herrera, Andoni Iraola, Jon Aurtenetxe, Ibai Gómez, Gorka Iraizoz, Gaizka Toquero e Íñigo Pérez. Pero el 'Cuco' todavía dispone de unos pocos protagonistas de aquella dolorosa experiencia, veteranos de la plantilla a los que quizá haya pedido -y si no debería haberlo hecho- que describan a Aduriz, Laporte y demás el amargo sabor de la derrota.
Se trata de Óscar De Marcos, Markel Susaeta, Iker Muniain y Ander Iturraspe. Los tres primeros saltarán previsiblemente al césped esta tarde (Iturraspe está sancionado) con una obligación moral: borrar los 'idus' de Bucarest, unos días de mayo que estaban consagrados a la celebración del fútbol y que acabaron con el Athletic moribundo en la lona. Los leones que vivieron esa experiencia no han olvidado el temblor de piernas que los paralizó, ni las lágrimas de cocodrilo que derramaron tras el pitido final del árbitro Wolfgang Stark; una actitud decepcionante para su entrenador argentino, quien reconoció que sus hombres no estuvieron a la altura de lo que esperaba la masiva expedición rojiblanca (15.000 aficionados viajaron a la final). Al final merecieron el perdón de los aficionados, conscientes de la excepcional temporada que habían firmado, pero esas excusas no tienen cabida en la presente ronda preliminar de la Europa League.
No espera Ziganda aquel Athletic agarrotado de Bucarest en 2012, el equipo que se ahogó en su propia ansiedad tras el primer y tempranero gol de Falcao. Amorebieta, que había completado una soberbia campaña, cometió un fallo pueril en la zaga que el colombiano supo aprovechar. Al Athletic le entró el tembleque y perdió la precisión del juego. Iturraspe se achantó ante la magnitud de la empresa; Iraola, que había asombrado ante el Manchester United, jugó uno de sus partidos más flojos; Herrera no funcionó y Llorente no vio un balón por su zona.
Los leones del 'Cuco' deben conjurar esos malos recuerdos del Estadio Nacional -que no es el estadio oficial del Dinamo- para hacer borrón y cuenta nueva. La temporada es una libreta en blanco de la que la afición espera unos primeros renglones legibles; espera, en suma, que la eliminatoria contra el segundo equipo de Rumanía se recuerde como el expediente veraniego que hubo que rellenar para hacer un buen papel en la Europa League, un papel como el de 2012, pese al batacazo de Bucarest.
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