Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
En este nuevo formato de la Copa, tan celebrado, a los equipos de Primera les toca interpretar el papel de los antiguos titiriteros que iban ... de feria en feria llevando la alegría y la diversión allí donde fueran. Qué duda cabe de que al personal siempre le han gustado las emociones fuertes y esta Copa las garantiza en la misma media del funámbulo que ponía los pelos de punta al personal con sus acrobacias en la plaza del pueblo.
En este formato de Copa, a los equipos de Primera les toca caminar por el alambre y sin red. Las posibilidades de tortazo crecen de manera exponencial y eso, dicen, es la base del éxito del invento. Pues qué bien. Ya puestos, estaría mucho mejor si los emparejamientos no estuvieran condicionados, así podríamos disfrutar de más emociones el mismo día del sorteo.
El Athletic ya había visto de cerca la muerte en la Copa la semana pasada en Elche y se supone que acudía a Tenerife con la lección aprendida. El problema es que no tuvo ocasión de demostrarlo. La mitad de los jugadores que estaban en el césped no habían tocado el balón cuando el colegiado expulsó a Herrerín. El portero salió al bulto tras un error de Yeray que dejó solo a Moore; fue lo primero y lo último que hizo en el partido. Para redondear la jugada, el consiguiente saque de la falta se convirtió en penalti por mano de Williams.
Los buscadores de emociones fuertes no podían estar más contentos. El espectáculo acababa de empezar y el equipo de Primera estaba por debajo en el marcador y con uno menos. El Athletic caminaba en el alambre y con los ojos vendados.
El empate rápido de Williams pudo suponer un respiro para los rojiblancos, pero una vez metidos en el más difícil todavía, Iñigo y Yuri decidieron liarla en el área pequeña para que el Tenerife volviera a adelantarse en el marcador. Fue una jugada prácticamente calcada a la del gol del Espanyol. Solo se llevaban veinte minutos de partido y el Athletic caminaba en el alambre con los ojos vendados y a la pata coja.
Cuando Lekue, que había completado un muy buen partido, cometió el segundo penalti en el último minuto de la primera parte de la prórroga, aquello tomó todos los visos de que, ésta vez sí, peligraba la vida del artista y el batacazo era inminente. Pero lo mismo que en Elche, el Athletic volvió a ser un Lázaro que escuchó una voz que le decía, 'levántate y anda'. El sartenazo de Yuri en el penúltimo aliento de la prórroga hizo justicia a un grupo que, por encima de cualquier otra consideración, volvió a demostrar que no hay quien le gane cuando se trata de apretar los puños y apelar al orgullo.
El partido puede dejar algunas preguntas en el aire, como por ejemplo, por qué no recurrió Garitano antes a los cambios, cuando algunos de sus jugadores estaban prácticamente 'in artículo mortis'. Pero hay circunstancias en las que la épica puede más que la táctica, incluso aunque el rival sea un equipo de la zona baja de la Segunda División que está a solo un punto de los puestos de descenso. Hay veces en las que sobran las consideraciones y es mejor disfrutar de las sensaciones. Al fin y al cabo, nadie piensa en la ley de la gravedad cuando ve volar al trapecista.
Los lanzamientos desde los once metros nos trajeron además a dos héroes inesperados: Ezkieta, deteniendo el tercer lanzamiento, y Villalibre ejecutando con frialdad el definitivo. Redoble de tambor, ¡tachán! y el equilibrista vuelve a caer de pie saludando al público con una reverencia tras el triple salto mortal.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.