Triunfo de prestigio para el Athletic

Hay triunfos que dan prestigio. El logrado por el Athletic en San Galo es uno de ellos. La mística del Borussia Dortmund con Haaland en su once son palabras mayores. Aunque los alemanes jugaron sin ninguno de sus diez internacionales en la Eurocopa, lo cierto es que sobre el Kybunpark aparecieron futbolistas de lustre como Kobel, Brandt, Reus o Schultz rodeados de las mejores promesas de un club habituado a lanzar cracks al mercado mundial.

Su entrenador, Marco Rose, no entró además en un carrusel de cambios para dar salida a los más jóvenes de su vestuario. No era el Dortmund al completo, pero el triunfo rojiblanco merece festejarse porque el Athletic muestra estar cada día más convencido de que se encuentra en el camino correcto.

Además, esta exigente pretemporada eleva la moral de un grupo que lejos de acomplejarse por encajar malos resultados ha visto como se reafirma con su segundo triunfo consecutivo ante un rival de Liga de Campeones tras el logrado el martes pasado ante el Dinamo Kiev.

Marcelino está empeñado en que su equipo tenga en todo momento mentalidad ganadora, que sea un grupo decidido y sin concesiones frente a cualquier rival. Eso es lo que hicieron ayer sus jugadores en el partido de despedida de San Galo.

Tuvieron personalidad para reclamar la manija y marcar en la segunda parte, aunque al equipo le faltó lucidez en el área en arranque del duelo. Morcillo, en su primer partido tras superar el Covid, y Sancet pusieron chispa, pero a Iñaki Williams le faltó finura en los últimos metros. Un equipo que merodea tanto por el área rival debe generar más. De hecho, su portero Kobel, fichado desde el Stuttgart, sólo intervino en ese periodo para despejar un peligroso despeje de Papadopoulos en el minuto 45.

Los centrales veían a Haaland con sus 1,94 como el Everest. Pero ciertamente cumplieron con nota ante un delantero que se fue entonando con el paso de los minutos. Lo primero que hizo fue llevarse por delante como un tren a Yeray, pero poco después generó la mejor ocasión alemana, un centro en el que estaba con la caña a la espera de marcar y que el mismo central portugalujo sacó in extremis. La jugada tuvo consecuencias. Yeray sintió molestias y se fue.

Sólo se hizo notar otra vez y fue en el área de un equipo. Un niño de alrededor de 12 años saltó al campo de espontáneo para pedirle un autógrafo que le firmó mientras los demás jugadores esperaban a que Morcillo lanzara un córner. Haaland tiene barra libre en el Dortmund. Su club anunció la víspera que, por prevención, los jugadores no firmarían ni se harían selfies. No se dio por enterado. Agarró el rotulador del muchacho y estampó su rúbrica en su camiseta.

El Athletic mascullaba su falta de filo cuando un centro de Balenziaga generó una salida intempestiva del portero Burki, quien arrolló a Villalibre y provocó un penalti que Raúl García transformó en el 0-1. Poco después Vivian demostró que es mucho más que un defensa con entereza. Se asomó al área rival en una falta botada por Berenguer y firmó el 0-2. El partido concluyó con una terrible tormenta, una imagen que simboliza el chaparrón que para el Dortmund fue el juego rojiblanco.

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