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Durante el periodo electoral, una cuarentena en toda regla, muchos socios han preguntado entre sus tertulianos de cabecera, por dos asuntos: por qué duran tanto y si llegan en buen momento estas elecciones. En la primera pregunta han coincidido que a los únicos que les vendrá bien la duración es a los candidatos, porque sus proposiciones llegan como el rumor de una incomoda gotera. La conclusión del segundo interrogante es que cuando es bueno para uno siempre habrá alguien que se queje, es uno de los principios de la teoría electoral. A lo mejor habrían estado mejor ubicadas en el tiempo durante la celebración del mundial invernal de Catar, aunque muchos le hubiesen puesto a Elizegi a caldo de perejil.
Lo que está mas claro que el caldo de un asilo es que quien tiene la última palabra es el socio, es quien quita y pone a presidentes, y comprenderemos que hay que dorarle la píldora en periodo electoral. Por eso las elecciones del Athletic tienen ese aire americano, con logotipos de los nombres de candidatos, banderolas, sedes con carteles y esa movida final tipo desfile por la calle Rampart en los aledaños de Ibaigane, este año San Mamés, el día de las elecciones para darle un aire festivo, intercambiando en cantinas rojiblancas refrigerios por votos rezagados.
El socio es por tanto psicólogo, animador, entrenador, juez y verdugo. Y a partir de esta temporada sabe que cuenta con dos nuevas herramientas que le hacen mas potente, los estatutos y una grada de animación que todavía levanta suspicacias y provoca chistes, como cuando anunciaron las obras de un metro para Bilbao, pero que con el paso del tiempo se hará imprescindible y la vamos a disfrutar de lo lindo. El ejemplo mas claro es el muro amarillo del Borussia Dortmund, sus coreografías son espectaculares.
Hay dos temas más que se dejaron caer en la salida de la carrera electoral. Hacer mas actividades en el campo, visto lo del éxtasis masivo con Fito y Fitipaldis no creo que se discuta mucho, y ¡ay, amigo! el de poner un sobrenombre al campo. Con San Mamés hemos topado. Aquí hay dos escisiones los «nuncaenlavida», los «talonaristas», que defienden que por dinero todo es posible, no vamos a renunciar a 30 millones, por ejemplo, por darle un apellido. Los primeros señalan con el dedo a los segundos advirtiéndoles de que San Mamés ya tiene otro nombre, la Catedral.
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