Costaba creer que el Athletic necesitaba la victoria para aspirar a estar en Europa la próxima temporada. Lentos, abotargados, en cámara lenta, los rojiblancos no daban una a derechas y perdían todos los enfrentamientos con los futbolistas del Granada, que a pesar de ser inferiores sí tuvieron claro que debían entregarse a fondo, con el cuchil
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