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Jon Agiriano
Lunes, 21 de agosto 2023, 08:26
No por esperada ha dejado de ser una muy mala noticia. Aymeric Laporte jugará las próximas temporadas en el Al-Nassar, que le ha hecho una oferta irrechazable, como se la hizo en su día a Cristiano Ronaldo o este mismo verano a Sadio Mané, Brozovic, Fofana o Alex Telles. Poco se puede hacer ante el poderío de los petrodólares, que están reventando el mercado con cifras inimaginables. Uno, de hecho, no deja de imaginar que el desierto saudí se estará llenando de representantes, agentes, comisionistas y demás buscadores de oro. Y que todos defenderán sus operaciones como el jerife Alí defendía su pozo de agua ante los ojos espantados del teniente Lawrence.
Javier Ortiz de Lazcano
En caso de haber intentando el fichaje del central de Agen, Jon Uriarte bien podría decir, como Felipe II, que él no mandó a sus barcos a luchar contra los elementos. Lo que ocurre es que todo indica que el Athletic no ha movido un solo dedo por traer a Laporte, como si de antemano diera por imposible su contratación, o como si no la considerase de valor estratégico; al menos, del valor estratégico suficiente como para hacer un esfuerzo económico que le afeara las cuentas anuales. Y esto sí que resulta más alarmante por lo que supone de lectura errónea de una situación muy grave como es la que ha generado la marcha Iñigo Martínez.
Da la impresión, aunque quizá sólo sea una apariencia falsa, de que los rectores del club no piensan que la pérdida del central de Ondarroa pueda tener un impacto muy negativo, hasta el punto de comprometer la solidez defensiva del equipo, con todo lo que ello significa. Lo digo no sólo porque no hayan hecho una oferta al futbolista, algo que sin duda hubieran hecho si tuvieran ese temor -¿acaso no fue Josu Urrutia raudo y veloz a fichar a Iñigo Martínez cuando Laporte se fue al City?-, sino por las palabras de Mikel González durante su rueda de prensa de balance de la temporada.
Recordarán aquella comparecencia la segunda semana de junio, que pasó a la historia como un monumento al voluntarismo. El director deportivo del Athletic dio la sensación de estar muy tranquilo, como si la marcha del defensa ondarrés no pasara de ser para él un simple contratiempo. Tenemos a Yeray, Vivian y Paredes, ensalzó, y tanto Nolaskoain como Beñat Prados han demostrado poder emplearse como centrales en el Eibar y el Mirandés. Este fue su discurso. Quizá estuviera disimulando un poco, pero lo cierto es que el hombre parecía creer lo que decía, como cuando vino a asegurar que, si el Athletic no había alcanzado el objetivo de Europa, había sido por una simple cuestión de mala suerte porque diversas estadísticas demostraban que había merecido tener once puntos más.
De hecho, en aquella rueda de prensa González ni siquiera se planteó la necesidad de recuperar a Unai Núñez. Fue algo extraño entonces y ahora, en las actuales circunstancias, resulta insólito. Tan insólito, de hecho, que no estaría mal que tanto el director deportivo como el propio Ernesto Valverde explicaran un día de estos las razones por las que, sabiendo que Iñigo Martínez tenía las mismas posibilidades de irse que Laporte de no venir (es decir, casi todas), no ataran al central de Portugalete. ¿De verdad que no era necesario? ¿De verdad que todos los datos y algoritmos que manejan ahora en Lezama avalaban que Núñez era prescindible? ¿De verdad que el Athletic no corre un serio riesgo de perder la solidez defensiva que le ha sostenido en los últimos años, con el estropicio que ello podría significar?
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