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Vuelve a rodar el balón en Lezama. En buena hora. A ver si con el regreso del fútbol, aunque sea en su versión veraniega, se va enfriando la calentura en el entorno del Athletic. El fichaje de una futbolista para el segundo equipo femenino ha removido las aguas rojiblancas como una de esas galernas que, de improviso, destrozan un estupendo día de playa. El verano transcurría plácido, con la renuncia tácita a fichajes que siempre se han sabido imposibles y con un mercado sin rojiblancos en el escaparate. Pero la tormenta ha estallado con gran aparato de rayos y truenos. Vivimos tiempos de desmesura.

He escrito una futbolista, así a secas, sin más calificativos. Ya los han ido poniendo quienes participan en el debate. Alemana, de ascendencia vasca, empadronada en Ispaster, residente en Fráncfort, biznieta, conocedora del escudo... No es un buen síntoma que haya que dar tantas explicaciones para describir algo que, en principio, todo el mundo entiende. Me refiero a la mal llamada filosofía del Athletic.

Los defensores del fichaje argumentan que, al fin y al cabo, no es la primera trampa que se hace a sí mismo el Athletic. Peligroso argumento que solo conduce a una escalada de trampas que vaya a usted a saber dónde puede terminar. Los contrarios a la llegada de esta futbolista han puesto el grito en el cielo alertando del final de una historia única; resurgen algunos grupos de socios organizados bajo diferentes nombres, con más eco en los medios que en el propio colectivo de socios. Las redes sociales llevan días incendiadas, según reza el tópico, pero no sé si en el mundo real se llega a ver el humo de ese universo paralelo en el que puedes leer tantos sesudos editoriales concentrados en 280 caracteres.

Cuando no había internet el Athletic también vivió un verano tormentoso. El presidente Lertxundi, atrapado entre la espada de unos compromisarios que le negaron una subida de cuotas y la pared de la deuda que arrastraba el club, vendió a Alkorta al Real Madrid. Tuvo que abandonar el acto de presentación de la nueva temporada en San Mamés bajo una lluvia de tomates y monedas. Fue uno de los episodios más penosos de la larga historia del club. Afortunadamente, con Heynckes en el banquillo, aquel curso que empezó tan torcido, acabó con el equipo en la UEFA. El fútbol redimió de sus pecados al Athletic.

Ahora le toca a Garitano liderar al equipo en el curso que empieza hoy y también arranca turbulento. Ya está dicho que ésta es la temporada en la que Gaizka tiene que pasar su reválida de entrenador del Athletic. El personal acabó un tanto decepcionado con el final del curso pasado después de la gran remontada que llevó al equipo desde las puertas del descenso hasta el umbral de Europa. Pero por encima de la decepción prevaleció el sentido común y la afición supo reconocer el gran trabajo del entrenador al frente de un proyecto que no era el suyo.

Ahora que empieza de cero y el examen será más exigente, Garitano se tendrá que desenvolver de entrada en un ambiente enrarecido. Si siempre es importante empezar bien, la necesidad de acertar desde el principio se acrecienta por las circunstancias que rodean al club. El Athletic dividido es un organismo de una debilidad extrema. Más allá de acertar con los descartes, con la táctica y con el estilo de juego, Garitano tendrá que liderar la recuperación de la unidad resquebrajada de una masa social que ahora mismo está discutiendo con su propia sombra.

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