Marcelino García Toral hablaba por los ojos. Las palabras salían, el discurso construido como de costumbre y argumentado, pero era en la mirada donde se detecataba el dolor por la derrota. Tampoco tuvo inconvenientes en verbalizar su estado de ánimo, 'tocado' tras la derrota ante el Madrid. «Me voy triste pero no decepcionado», dijo poco despu
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