El Athletic ofreció ayer una penosa imagen en Eibar, de donde se fue con un 4-1 y suspirando aliviado porque el mal trago no fuera aún mayor. El equipo de suplentes y jugadores del filial que alineó Joaquín Caparrós estuvo muy lejos de oponer resistencia. No queda el consuelo siquiera de que el equipo local hubiera puesto el resto. En la primera parte, en la que el asunto quedó sentenciado, apenas jugó con tres titulares, Altuna, Etxaniz y Arruabarrera. A su lado, suplentes y jugadores del segundo conjunto, en puesto de descenso a Regional.
Son partidos delicados para los no habituales. Faltos de rodaje, algunos como David López fuera de sitio (fue mediocentro) y además una defensa compuesta por tres jugadores del filial. Pero al fin y al cabo, en partidos como estos hay que redimirse de la condición de suplente. Pero nada de eso percibió. Quienes tuvieron más cordura e ilusión fueron los locales.
Al Athletic la noche se le torció nada más comenzar. Un magnífico tanto de Olaizola era el anticipo de una experiencia dura. En el equipo rojiblanco apenas Muniain intentaba algo en ataque, con cambios de una banda a otra, aunque su internada más clara concluyó en un evidente piscinazo.
De Cerio se bate el cobre
A su lado, un De Cerio lejos de su mejor forma, pero al que hay que agradecerle su intención de batirse el cobre. Inesperadamente para un jugador que sale de una lesión tan grave como la suya, fue el que mejor acabó físicamente. De hecho, el poco peligro que creó el conjunto visitante llegó en los últimos minutos, con un potente disparo suyo fuera y el gol. Rompió el fuera de juego, regateó al portero y marcó. De esos metió muchos en la Real cuando estaba en plenitud.
Después de una primera parte viendo por donde entraban los locales, el Athletic cambió en la segunda para intentar echarle un punto de coraje a la noche. El asunto no era ya rodarse ni desde luego reclamar un sitio en la alineación titular. Al menos, había que sobrevivir, salir de Ipurúa con la menor cara de sonrojo posible.
No hubo manera. El Athletic pasó a dominar, pero sin ninguna idea, con jugadores como Gabilondo desaparecidos y otros como Castillo tan enrabietados por su pobre actuación personal y colectiva que acabó por enfangarse en una fea trifulca con Cuevas.
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