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28 de abril de 2010
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MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN.-

Ya ven, finalmente me he arrepentido y no he titulado lo que me pedía el cuerpo: bodrio, paquete, tostón, con sus correspondientes adjetivos, insufrible, insoportable, infumable... Los personajes de 'El Jarama', la novela de Ferlosio, eran bastante mediocres e insustanciales. El objetivo del escritor en aquel momento era precisamente la observación notarial de lo que había por las calles, la imitación del lenguaje corriente formulado por personas tal vez demasiado corrientes para quedar bien como literarias, que se aburrían bastante y contagiaban inevitablemente ese aburrimiento a muchas de las páginas. «Qué lata», decían a menudo, por ejemplo. Como el partido de Pamplona, qué lata. Luego, Ferlosio se arrepintió de aquella novela que ganó el Nadal, se puso tan extremista que se avergonzaba de ella, todavía se avergüenza. Bueno, tal vez eso sea un exceso, pero indica amor propio para no conformarse con menos de lo que se puede dar, sean cuales sean las tendencias, las circunstancias o los atenuantes.

No sé si ese empate gallináceo del Viejo Reyno le servirá a Osasuna para salvarse de la quema. «Francamente, querida», hubiera dicho Red Butler al respecto. No sé si le servirá al Athletic para alcanzar la Liga Europa, especialmente si sigue deambulando por los campos. Me alegraré como el que más si es capaz de ganar los tres partidos que le quedan en casa, que no es poco ganar, pero especialmente me alegraré si lo hace jugando de otra manera, y no me refiero sólo a los resultados ni a la brillantez sino a la predisposición, a la intensidad, a la actitud. Aunque Toquero hubiera acertado en el último instante del partido, el calorcillo de los tres puntos no habría hecho olvidar el frío mesetario, aquel páramo de sombras.

Lo hemos tenido a huevo, quisiera pensar que aún lo tenemos. Ignoro, no soy adivino, cuántas veces sucederá en las próximas temporadas que la Liga Europa, incluso la 'Champions', sean tan baratas, pero seguramente no serán muchas. En los tres últimos partidos, el Athletic ha ido desbaratando sus posibilidades, no le ha pegado a un tanque, ha jugado andando, enviando balones a la repelea, quitándoselos de encima como eludiendo la responsabilidad. No ha sido capaz de meter un solo gol en 270 minutos, que se dicen pronto pero se han hecho muy largos, cuando no había nada que perder y era tan grande la recompensa. El equipo lleva aletargado tres partidos consecutivos, sin ideas, sin pulso, sin plan. Si en el fútbol hubiera justicia poética, el Athletic y el Osasuna merecerían cero puntos por su conformismo cicatero, por su avariento cálculo contable. Jugaron a no jugar, a no perder, a no ganar.

Ahora está muy de moda, en el fútbol, pedir perdón a la afición por esto o aquello, como quien mete una moneda en una máquina expendedora de tickets que llevan impresa automáticamente la absolución, tal vez por sugerencia del departamento de marketing, el agente FIFA o el asesor financiero. Y a veces se confunde, también, el sindicalismo y la solidaridad con el coleguismo. No se puede ser megaestrella y atormentado a la vez, decir, como Yeste, que ahora quiere seguir aquí y haber estado preguntando cándidamente si hay noticias del Liverpool anteayer, querer mucho los colores pero exigir una pasta que nadie más parece dispuesto a ofrecer. Los compañeros quieren que siga Yeste, pues qué bien, vivan los compañeros, como en el verso inolvidable de César Vallejo, pero qué Yeste, el que parecía que iba a ser o el que es, y a qué precio, cuánto vale, qué jurisprudencia va a sentar. Tal vez los demás, incluso quienes aceptaron drásticas rebajas de sus fichas para continuar, no tengan inconveniente en pagar a escote la diferencia en la negociación, estén dispuestos a seguir corriendo en el campo por ellos y por él. Así es del Athletic cualquiera, incluso por menos de la mitad. Es en el terreno de juego, partido a partido, temporada a temporada, donde se ajusta el valor con el precio.

Tres partidos seguidos sin un solo gol. No sé si servirá de algo ese punto pamplonés de rácanos contables, pero ya va siendo hora de exigir bastante más a un equipo que tiene aún a su alcance la Liga Europa, que tuvo hasta hace nada la 'Champions League' (todavía no es un disparate aritmético), y lo ha ido dilapidando por el camino de la manera más mediocre, en estos tres últimos partidos jugados al tran tran, sin espíritu, sin ideas, sin bandas, sin desborde, sin paredes, sin pases interiores ni exteriores, ni alternos/internos ni correspondientes. Aún queda tiempo pero habrá que espabilar.

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