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LAS DÍFICILES RELACIONES DEL ATHLETIC Y LA REAL SOCIEDAD
Los fichajes de jugadores como Loren, Etxeberria y Zubiaurre han crispado la relación entre Athletic y Real
3 de diciembre de 2010
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Vecinos lejanos
Bittor Alkiza posa para los fotógrafos en las instalaciones de Lezama tras su fichaje por el equipo vizcaíno.
J. GÓMEZ PEÑA | BILBAO.-

Sergio Ramos juega en el Madrid; Puyol, en el Barça. Son amigos y compartieron camiseta en la selección que ganó el Mundial. Abrazos y eso. El lunes, en cambio, acabaron a tortas en el Barça-Madrid del Camp Nou. «Cosas que pasan», dijo Guardiola restándole drama. Así son las cosas del fútbol, innatas, como las broncas entre colegas en los partidos de barrio. La amistad dura lo que el pitido inicial del árbitro. Por eso, la supuesta fraternidad entre el Athletic y la Real es en realidad la historia capitular de un conflicto: sobre el césped, en la grada y también en los palcos.

Las familias, ya se sabe, riñen por las herencias. Y en el fútbol vasco, el tesoro es la cantera. Para el Athletic es su único sustento y, cuando no le llega con lo suyo, compra en casa del vecino. Es la ley del mercado, la misma que montó carambolas en 1986 para que Zubizarreta pasara del Athletic al Barça. Resultó un lío. El equipo catalán pujó por Zubi, el sucesor de Iribar en el club rojiblanco. Puso sobre la mesa mucho dinero y un sustituto, Biurrun, que jugaba entonces en Osasuna. El conjunto navarro dio el visto bueno y vendió los derechos del portero al Barça, pero había un fleco más para que Biurrun llegara al Athletic: la Real Sociedad, equipo donde se había formado Biurrun, tenía derecho a cobrar parte del traspaso. Y el club donostiarra elevó el precio de la operación.

Aquel rifirrafe fue sólo el anuncio del gran combate: la batalla por Lorenzo Juarros, delantero de la Real. El Athleticle fichó en pesetas. Muchas para 1989: 300 millones (1,8 millones de euros). «Cuando firmé esa cantidad en la cláusula con la Real no creía que nadie pudiera venir y pagarla. Parecía increíble que lo hicieran, pero el fútbol de hoy está así», declaró entonces el jugador. Cuando le preguntaron por cómo veía al Athletic mientras estaba en la Real, respondió: «Como un equipo con mucho poder. Es un club importante que tiene dinero y que está entre los grandes. Venir aquí es un paso hacia arriba». Todo eso, claro, escocía en San Sebastián, el vecino 'de abajo'.

Aunque no dolió tanto como lo siguiente: el 7 de julio de 1995, un futbolista en edad juvenil, Joseba Etxeberria, presentó un talón por 550 millones de pesetas para comprar su libertad, irse de la Real y fichar por el Athletic. Sonó como una declaración de guerra. Luis Uranga, presidente realista, consideraba innegociable el traspaso. Se fió de la millonaria cláusula para retener al joven talento. José María Arrate, presidente del Athletic, actuó: temía que otro club -el Betis- se llevara al Bota de Oro del Mundial juvenil y tiró de chequera. Uranga y su directiva dejaron de acudir al palco de San Mamés. El 'asunto Etxeberria' archivó la imagen solidaria que ambos equipos desplegaban antes de cada derbi. Los vecinos dejaron de hablarse. Unos meses antes, en Anoeta, el Athletic había acabado pisoteado. Fue la tarde de la 'manita', del 5-0, de la grada realista burlándose con aquello de «adiós a la UEFA, adiós».

Y unos meses después del desembarco de Etxeberria en Bilbao, el delantero guipuzcoano justificó el conflicto desatado por su fichaje: aquel 19 de mayo de 1996, Arrate necesitó un cordón policial para acceder a Anoeta. En el palco, todo fueron silencios y gestos apretados. Odón Elorza, alcalde de San Sebastián, hizo de forofo antirojiblanco. «Es el campo en el que peor nos han tratado», lamentaron los directivos del Athletic. Sobre el césped, 'Etxebe' fue la estrella. Cuando la Real ganaba por 2-0, dio el pase a Guerrero del 2-1 y provocó el penalti del 2-2. 'El Gallo' no escondió los espolones. Brilló mientras le cantaban: «Etxeberria a la ría». Las rimas de una riña vecinal.

Proyección

Arrate llegó a calificar de «cobarde» e «irresponsable» a Uranga y de «cateto» a Elorza, a quien negó la invitación a 'La Catedral'. La Real se sentía agredida, invadida por los cazadores de talentos del Athletic: Loren, Iturrino, Billabona, Alkiza y, para colmo, Etxeberria. El siguiente fue Imaz, tres años después (1998). Aunque el viaje por la A-8 rodó más plácido. Imaz llevaba desde los 12 años en la Real y tenía ya 26. Se marchó por sentirse arrinconado en su casa. «El Athletic valora más a los jugadores vascos que la Real», criticó. Aquella tamporada, ocho de los 25 jugadores del equipo donostiarra eran foráneos.

En ese final de siglo se vivieron años más tranquilos en la comunidad de vecinos, pese a algún que otro barullo, como la pugna entre ambos clubes por hacerse con Lizarazu. Al final, alquiló plaza en el Athletic. La contienda quedó latente hasta la llegada a la presidencia rojiblanca de Fernando Lamikiz. «El Athletic puede darles una proyección a sus jugadores que otros equipos no pueden. Para todo el fútbol vasco, el Athletic debe ser la verdadera referencia», dijo cuando aún era candidato. Cumplió esa promesa. En 2006 presentó como jugador del Athletic a Zubiaurre, que aún tenía contrato con la Real Sociedad. El club txuriurdin llevó el caso ante el Supremo. Al Athletic, el 'caso Zubiaurre' le costó 5,9 millones de euros. Ana Urquijo, la sucesora de Lamikiz en el sillón de Ibaigane, rompió relaciones con la Real.

El club donostiarra ganó aquel juicio y perdió la categoría: tres temporadas en Segunda han aletargado el derbi que vuelve este domingo. Ahora los presidentes son otros. Fernando García Macua y Jokin Aperribay se dan la mano, comparten mesa y también bando en la lucha por los derechos televisivos. Eso sí, con discreción. Que no se les vea mucho con el vecino. Que no les pase como a un vicepresidente de la Real, Mikel Ubarretxena, en 2009: aceptó una invitación del Athletic para ir con los rojiblancos a un partido europeo (contra el Tromsoe) y no se lo perdonaron en casa. En el siguiente consejo de administración de la Real, un accionista colocó una camiseta del Athletic frente a Ubarretxena. El accionista fue ovacionado por señalar al 'traidor', al que había jugado en el equipo del vecino.

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