Una de las grandes dudas que flotaba entre la masa social rojiblanca se despejó ayer en Atenas: Ernesto Valverde seguirá una temporada más en Olympiakos, lo que es lo mismo que decir que no será el entrenador con el que Josu Urrutia se presente a las próximas elecciones del Athletic en el caso de que finalmente se decida a hacerlo. Acompañado por su representante, Iñaki Ibáñez, el técnico de Viandar de la Vera se reunió por la mañana con Vangelis Marinakis, el presidente del club ateniense, y el encuentro terminó a mediodía con fumata blanca. Valverde decidió renovar por un año y el dirigente heleno, que le llevaba semanas presionando para que continuara al frente del equipo, celebró el acuerdo por todo lo alto. Vehemente y poderoso, Marinakis no es un hombre acostumbrado a que le digan que no, ni siquiera a que le tengan sobre ascuas. Muy probablemente, odia la incertidumbre, sobre todo si ésta se la genera uno de sus principales empleados. De ahí su gran satisfacción al conocer que Valverde, todo un ídolo para la afición del estadio Karaiskaki, se animaba a continuar hasta junio de 2012 y dirigir al equipo en la próxima edición de la 'Champions'.
No ha sido fácil la decisión de Txingurri, que ha tenido que poner muchas cosas en ambos lados de la balanza. Las razones para continuar tenían mucho peso y, finalmente, se han impuesto. Por un lado, estaba el tema deportivo. Siguiendo al frente del equipo de El Pireo podía liderar un proyecto deportivo ilusionante y disputar la 'Champions', para la que Marinakis le ha prometido refuerzos. Valverde, además, tiene una espina clavada con las competiciones europeas al frente del Olympiakos ya que en su primera etapa cayó en la previa de la 'Champions' con el Anorthosis. Es uno de sus escasos lunares desde que está en Grecia y quiere resarcirse. Otra razón importante es la económica. No está el fútbol como para rechazar un contrato que diversas fuentes sitúan en torno a los 2 millones netos. Y hay una tercera razón que se podría llamar sentimental. Valverde no quiere defraudar por segunda vez con su marcha a una afición que le idolatra y tampoco a unos jugadores, entre ellos varios españoles, con los que tiene una magnífica relación personal.
Mal escenario
Este cúmulo de circunstancias se han impuesto sobre la principal razón que tenía para volver a casa: su familia, su mujer y sus tres hijos, que han continuado viviendo en Bilbao. También jugaban en favor de su regreso determinados episodios de violencia, los vividos por ejemplo durante el último y decisivo derbi contra el Panathinaikos, que dejaron muy tocados tanto a Valverde como a su ayudante, Jon Aspiazu. No es fácil trabajar en un fútbol tan extremadamente pasional como el griego. Por otro lado, estaba el tema del Athletic, la posibilidad de volver a su equipo, del que se tuvo que ir cuando su proyecto deportivo estaba en pleno crecimiento.
Gran amigo de Urrutia, con el que jugó cinco temporadas, Valverde sabía que el excapitán rojiblanco hubiera apostado por él en caso de presentarse a las elecciones. Sabía también que juntos podían formar un gran cartel, que la actual plantilla rojiblanca tiene grandes posibilidades y que muchos hinchas ven en él al técnico ideal para que el Athletic practique un tipo de fútbol mucho más sugerente que el actual. Ahora bien, cualquiera que conozca un poco a Txingurri sabe que el escenario de una contienda electoral, con las divisiones inevitables que genera entre la masa social, no le agrada en absoluto. De volver algún día al club, le gustaría hacerlo de otra manera.
Con Valverde, pues, fuera de la órbita del Athletic, el paisaje electoral, tan lleno de hipótesis, cambia. Josu Urrutia, si finalmente se presenta, una opción que gana enteros a medida que pasan los días, deberá apostar por otro entrenador, algo de lo que muy probablemente era perfectamente consciente desde hace tiempo. Habrá que esperar para saber quién es el elegido (si es que finalmente tiene que haber un elegido), pero hay algo que puede darse por descontado: sería un técnico con una idea del fútbol como la que siempre han compartido Urrutia y Valverde.
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