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Athletic Club

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¡La Supercopa es nuestra!

Los jugadores del Athletic celebran el título sobre el césped del Camp Nou. / BORJA AGUDO

  • El Athletic supera al mejor Barcelona de la historia y se alza con su primer título en 31 años

Ya está aquí. Las vitrinas del Athletic ya están abiertas para acoger un nuevo título, el número 34 de la centenaria historia de un club que ha demostrado que también se puede ser grande con productos de la tierra. Ha costado, han pasado 31 años, pero el cuadro bilbaíno ha vuelto a subir al cielo, a saborear ese dulce sabor de la máxima gloria. Aficionados y jugadores ya lo pueden proclamar y cantar a voz en grito: ¡Campeoooooones! Txapeldunaaaak! Ha entonado de nuevo la escuadra vizcaína ese alirón que ya casi estaba enterrado, olvidado. Pero, después de aguantar como colosos la renta obtenida en la ida, una resistencia heroica (al final han empatado a uno con goles de Messi y Aduriz), con un rival volcado, el conjunto de Ernesto Valverde ha logrado la Supercopa, una hazaña inesperada, ante quizá la escuadra más potente del mundo. Después de tres varapalos en las finales de Copa, de la caída tormentosa en la Europa League contra el Atlético, de demasiadas lágrimas derramadas por tocar la cima con la punta de los dedos, y escurrirse, han surgido las sonrisas, una desbordante alegría, una enorme sensación de placer y, por qué no, alguna lagrimilla de emoción por observar a la escuadra que está en el corazón en la cúspide del fútbol.

Vale, para muchos éste es un torneo secundario. Quizá la Supercopa no goce del brillo de la Liga, ni de la Copa. Pero hay que ser capaz de mirar mucho más allá. A su significado. A su interior. No ha tumbado el Athletic a cualquiera, ha tirado a la lona a un equipo que ha conquistado cuatro títulos en 2015, que iba camino del récord, del sextete de Guardiola, pero que se ha encontrado con unos leones que les devoraron en la ida, les comieron, y ayer, con un mayúsculo despliegue defensivo, plagado de ayudas y de generosidad -sin perder de vista, sobre todo en la segunda parte, la meta de Bravo-, han evitado que accedieran a la leyenda. Y ellos son los que han entrado en ese lugar, por la puerta grande, por destrozar el calendario, por romper una racha que se extendía desde 1984. ¡Ya era hora!

Tras el 4-0 de la ida, Valverde ha reforzado las cercanías de la portería de Gorka Iraizoz. Ha colocado a Bóveda por la derecha, con De Marcos por delante de interior. Además, ha introducido a Gurpegui de pivote por un San José tocado. En este movimiento de piezas, Susaeta se ha ido a la izquierda y Sabin Merino, uno de los más destacados en Bilbao, se ha quedado en el banquillo. Al final, le ha salido a la perfección. En cambio, Luis Enrique no se ha guardado nada. Salvo los lesionados Alba y Neymar, ha sacado a toda su artillería, con Messi ovacionado por la grada cuando le han nombrado por megafonía, y Bravo por Ter Stegen.

Y el Barça, con una presión ambiental mayúscula a su favor, con el público pitando al Athletic incluso cuando salió a calentar y a Gorka cada vez que invertía un poco más del tiempo habitual en el saque de puerta, ha salido a toque de retreta. A tope, vamos. En busca de esa diana psicológica que les espolease y que hundiera a los vizcaínos. A toda mecha. Minuto 6. Primera ocasión, de Suárez, despejada a córner de forma provincial. Pues bien, esa jugada ha acabado en un disparo al larguero de Piqué. ¡Ufff! Sudores fríos. Los aficionados rojiblancos comienzan a temblar, a pensar que este Barça se ha reactivado, que es el de las mejores noches. Beñat, en el centro del campo, trata de animar a su tropa. Y la gente local ha subido un punto más sus apoyos.

Al Athletic le duraba poco el balón, Aduriz estaba solo en punta, como la Cruz del Gorbea. Pero también es verdad que los hombres de Valverde tiraban bien el fuera de juego, presionaban, y creaban alguna ocasión, como el centro de Beñat al donostiarra en el minuto 17, que el artillero, autor del 'hat-trick' en Bilbao, no ha controlado. El Barça seguía a lo suyo, a combinar con velocidad, destreza; es decir, en San Mamés jugaron a ritmo de un 600 y en su estadio de un Mercedes. Eso sí, el cuadro vizcaíno ha sabido frenar esa ambición con certeras pérdidas de tiempo en los saques de banda -los recogepelotas estaban bien aleccionados-, de esquina. Para cabreo del personal culé.

Pasaba el tiempo -es un decir, porque era una agonía- y no se producía la diana de las anfitriones, con Messi muy retrasado, que buscaba la pelota en su campo y no llegaba arriba. Iniesta y Suárez se inventaron una jugada que quedó en nada. Y la hinchada del Athletic a lo suyo. "Jo ta ke, irabazi arte!" Minuto 27, un despeje de Balenziaga se envenena, y Aduriz le gana la partida a un Mascherano que luego reacciona a la perfección. Reclama falta el delantero, aunque parece que no hay nada.

Sigue el sufrimiento, la tortura... Todo. Minuto 30. Falta a unos diez metros del borde del área. “Messi, Messi, Messi”, se deja la garganta el Camp Nou. Acompañan la carrera los aplausos de rigor. Fuera. Queda una hora. "Barça, entzun Athletic txapeldun! (¡Barça escucha, Athletic campeón1)", se oye en la grada de forma tímida. Los catalanes tienen ideas, rapidez, pero no puntería.

Como le ha sucedido a Eraso en el minuto 37. Magistral regate a Mascherano, de lujo, dentro del área. Pero ha tirado fuera, desviado, y su pelota ha tocado la red por el lateral. Se ha cantado gol en la parte vizcaína del Camp Nou. Era la sentencia. La puntilla. La Supercopa. Al menos ese nudo que apretaba la garganta se ha desecho una pizca. “Athletic, gu gara!”, suena. Sin embargo, ha aparecido Messi. En una jugada con varios pases en el área, ha enviado el balón a la red a falta de tres minutos para el descanso. De inmediato, Iraizoz se ha tirado para frenar el saque del centro del campo y se ha montado una tangana y los ánimos del Camp Nou y los futbolistas blaugrana se han calentado. Pitada al descanso. Quedaban 45 minutos. Había que aguantar.

Sin cambios en las alineaciones tras el paso por los vestuarios, ni en la estampa sobre el césped. El Barça domina. Aunque el Athletic también se ha permitido algún arreón arriba, con una excelente presión sobre Messi. Por ejemplo, en el minuto 9, con un disparo flojo de Susaeta a las mano de Bravo, que ha sustituido a Ter Stegen tras el fallo de la ida. Luego Aduriz ha elevado la exigencia hacia el chileno. Y ha echado a Piqué, en esa acción, por protestar el fuera de juego al línea. Y en el siguiente ataque, a punto ha estado de marcar el cuadro catalán, pero una serie de carambolas han acabado en las manos de Gorka. Y Messi no ha dirigido de forma correcta un centro desde la izquierda: como en el caso de Eraso en la primera mitad, muchos cantaban gol.

Tic-tac, tic-tac. Cada segundo teñía de rojiblanco un poco más la Supercopa. Y se produce la diana de Aduriz. En un fallo grave de la zaga local, el balón ha caído en las botas del artillero guipuzcoano. Mano a mano con Bravo. Falla la primera, recoge el rechace... ¡Y gooooooooooo! Ya está. El Barça tiene que meter cuatro goles en menos de un cuarto de hora. Ya no se escapa. Se marcha ovacionado el artillero, el autor de cuatro de los cinco tantos de la eliminatoria. El hombre gol, al que sustituye Sola, que acaba expulsado. Pero dio igual. ¡Somos supercampeooooones! ¡La Supercopa es del Athletic! El Athletic, por fin, sabe lo que es la gloria.

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