Más de 11.000 días habían pasado desde el último título del Athletic. Largas noches soñando con un nuevo trofeo con el que adornar las vitrinas rojiblancas, repletas de éxitos en blanco y negro. Y tuvo que ser ayer, cuando se celebraba la festividad del patrón rojiblanco, el día en que el equipo levantara la primera copa en 31 años.
Desde muy temprano la emblemática calle Licenciado Poza recibió, como en cada encuentro del Athletic, a cientos de aficionados que con un poco de confianza y otro de fe, apoyaron a los rojiblancos desde el primer minuto del partido. Las consignas nunca dejaron de escucharse dentro y fuera de los bares y el único gol del Barcelona apenas fue un pellizco que, más que bajar los ánimos de la afición, hizo aumentar los decibelios.
Al finalizar el partido, réplicas de la Supercopa desfilaron desde San Mamés -donde la pantalla exterior transmitió el momento del triunfo- hasta la plaza Moyua. Luces de bengala, saltos, abrazos y gritos amenizaban La Catedral, que ofrecía un espectáculo de iluminación con la palabra 'Txapeldunak'. La noche terminaba en Moyua, pero la fiesta apenas comenzaba. Decenas de aficionados rojiblancos subieron a la fuente para empezar una celebración que se extenderá hasta saciar el hambre de un título que hace 31 años no llegaba.