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Hacer cálculos con el Athletic es una práctica de riesgo, cada vez con peor predicamento. Los precedentes son tan negativos que cualquier especulación sobre las posibilidades de los rojiblancos en las últimas jornadas es recibida con desagrado, no sólo como si fuera un ejercicio inútil que cualquier persona seria debería evitar sino como si fuese una broma de mal gusto para una afición frustrada. Y, sin embargo, se ha llegado a un punto en la temporada, tras diez meses analizando al equipo de Valverde por el derecho y el revés, mirándole hasta debajo de los calcetines, en el que ya sólo queda analizar la clasificación, valorar el calendario y los goles-average y, en función de ello, exponer las posibilidades de los rojiblancos y de sus rivales en la pelea por la Conference League.
Hay una conclusión inmediata que se impone con el peso de una evidencia: el partido del jueves en El Sadar es una final para los dos equipos, cuyos caminos no han podido cruzarse con más emoción esta campaña. Ambos están obligados a ganar. El empate les dejaría en una situación muy comprometida. A los navarros, de hecho, casi les descartaría, ya que estarían obligados a ganar los dos partidos finales, el último contra el Girona, y que la pifien tanto el Athletic (no ganando ni al Elche ni al Madrid) como el Sevilla.
Para los rojiblancos el triunfo sería oro molido. Y es que ganando también al Elche el domingo y alcanzando de esta forma los 56 puntos, uno más que la temporada pasada, tendrían la Conference casi en la mano. Sólo podrían perderla si caen en el Santiago Bernabéu y el Sevilla o el Girona ganan los tres encuentros que le restan. Y no será fácil que lo hagan. Los de Mendilibar, además de contar con la distracción (bendita) de la final de la Europa League, tienen dos últimos partidos muy complicados contra el Madrid en el Sánchez Pizjuán y la Real en Anoeta. El equipo de Michel, por su parte, visita hoy a un Celta obligado a certificar la salvación, luego recibe al Betis y termina en El Sadar.
El empate sería muy peligroso para el equipo de Valverde. De producirse, y dando por sentada su victoria ante el Elche –de lo contrario todos estos cálculos saltarían por los aires de una forma casi ridícula, como un petardo en mal estado que te estalla en las manos–, los rojiblancos tendría muchas posibilidades de verse obligados a puntuar en el Bernabéu. Porque si perdieran en el coliseo merengue sumarían 54 puntos y esa cifra sí sería asequible para el Sevilla y el Girona. Al tener ambos mejor gol average que el Athletic les bastaría con sumar seis puntos, dos victorias. Los andaluces podrían obtener mañana la primera ante el Elche y, en ese caso, sólo necesitarían otra. Y del Girona podemos decir lo mismo, aunque su calendario sea más complicado.
El tesoro
La jornada 35 ha sido muy productiva para el Athletic, que ha recuperado la séptima plaza tras su victoria ante el Celta, el empate del Sevilla y las derrotas de Girona, Osasuna y hasta el Rayo, al que su borrón ante el Espanyol le ha dejado ya fuera de la pelea. Bueno, las matemáticas todavía le dan posibilidades: tres victorias consecutivas (empezando por una mañana en el Bernabéu) podrían valerles a los de Iraola para ser séptimos si ninguno de sus competidores alcanza los 55 puntos. A los pupilos de Valverde les toca, por tanto, defender su tesoro como Golum defendía el anillo. Y la realidad es que sólo podrán hacerlo en condiciones si elevan su mediocre nivel de juego del último mes, si son capaces de superar el daño que le están produciendo las bajas en posiciones clave para solidez defensiva (los centrales y ahora Dani García) y su escasa efectividad de cara a puerta.
A estas alturas, ya no se puede fallar, ya no valen partidos de medio pelo. O dicho de otro modo: al Athletic no le vale lo que ha venido haciendo, con una regularidad digna de mejor causa, los seis últimos años. Durante este tiempo, los rojiblancos han sido el peor sprinter de la Liga sumando los resultados de las tres últimas jornadas desde la campaña 2016-17. Llegan las 'volatas', en fin, y salían volando pero hacía atrás. Los datos son estremecedores. En cuatro temporadas sumaron tres puntos, en la 2016-17 sólo uno y la pasada campaña, ninguno. Repetir algo así sería condenarse de nuevo. Necesitan doblar sus mejores cifras para sacar el pasaporte europeo.
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