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El pasado jueves, al bajar las escaleras del autobús que trasladó al Athletic al aeropuerto de Loiu para volar a Sevilla, Iker Muniain no pudo ... ocultar una leve cojera. Algo le dolía. Según el club, eran unas «molestias musculares leves». El navarro, el capitán, es el eje sobre el que orbita el juego rojiblanco. La llave que enciende la turbina. Por eso saltaron las alarmas. Muniain participó, con precauciones y a medio gas, en el último entrenamiento. «Tengo molestias pero soy optimista», tranquilizó. Y ayer salió en la alineación titular. Pero el Athletic le echó de menos. Apenas apareció. Y el Barça, que olió la sangre, no dejó de atacar por la banda donde deambulaba el jugador de Pamplona. Marcelino lo sustituyó por Lekue para la segunda mitad.
El técnico asturiano quiso así tapar el agujero abierto en la parcela defendida por Muniain. ¿Se equivocó Marcelino al tirar del navarro si no estaba en plenitud? Sacarlo del campo tampoco fue la solución. La primera parte había terminado con empate a cero. Los goles llegaron luego, en la segunda, cuando el centrocampista ya era un espectador más en la vacía grada de La Cartuja.
El Athletic necesitaba la mejor versión de Muniain. Y más ante el Barça, uno de esos equipos que se adueña del balón y ya no lo devuelve. Así empezó la primera parte y así llegó la final al descanso. La afición del Athletic confiaba, deseaba, que su equipo más que salir a ganarle al Barça saliera a aniquilarlo. Al viejo estilo. Pero no se puede jugar al fútbol sin balón. Y la pelota era propiedad privada del conjunto culé.
🦁 "NOS LEVANTAREMOS como SIEMPRE hemos hecho"
El Chiringuito TV (@elchiringuitotv) April 17, 2021
🔴⚪️ @IkerMuniain10, CAPITÁN del ATHLETIC, en directo en #ChiringuitoCopa con @nicorodrigz desde SEVILLA. pic.twitter.com/FVu12cbuUi
El Athletic parecía ese jugador de billar que espera turno hasta que su rival deja de encadenar carambolas. Su único consuelo era el marcador. El empate a cero. El equipo de Marcelino venía del diván, de la depresión en la que se había sumido dos semanas atrás tras perder la final de Copa ante la Real Sociedad. Que el Barça no hubiera batido a Unai Simón suponía un chute de esperanza. Una ocasión para reestructurar la alineación.
Marcelino reaccionó y dejó a Muniain en la grada. El jugador había compartido con el técnico la rueda de prensa previa a la final y había posado con Messi y la Copa en la fotografía oficial. Las molestias musculares no le impidieron jugar, pero su aportación resultó irrelevante. No participó en el juego porque la pelota era del Barça y tampoco logró taponar su banda, la autovía que eligió el conjunto culé para crear casi todo su peligro en la mitad inicial del choque.
El Athletic sólo aspiraba a agarrar un balón y lanzarlo al espacio para la galopada de Williams. Pero ni Muniain ni sus compañeros consiguieron esa conexión. Hacía falta una jugada, un gol como el de Endika en la final de 1984. Citar a Endika es tirar de un hilo de la memoria y recorrer un largo túnel de 37 años de longitud. Tan lejos está el último título copero del Athletic. Habrá que sumar al menos un año más. La generación de Muniain sigue sin catar este campeonato. Sin el navarro en el campo, la segunda parte comenzó con el mismo formato. Simón abortó tres ocasiones culés en apenas diez minutos. Luego llegó Griezmann, frío como una cuchilla, y pasó al Athletic por el patíbulo.
Muniain volvió a pisar el césped pero ya para subir al palco de La Cartuja y recoger el trofeo del finalista, el del perdedor, el que nadie quiere. Con los ojos enrojecidos. No cojeaba en las escaleras. El dolor era otro.
El propio jugador ha reconocido que físicamente se encuentra «bastante mal». Y ha explicado cómo ha apurado para poder estar este sábado en La Cartuja: «Tengo una lesión e hice todo lo posible para estar hoy ayudando el equipo. Ahora toca recuperarse y ponerse bien. He hecho un esfuerzo, lo que he dado de mí. Hay que levantar el ánimo», ha zanjado antes de recordar que «si hemos estado en cinco finales es que algo se ha hecho bien. Es un premio que no hemos conseguido traducir en ganar y levantar copas».
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