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Aitor Elizegi suele recordar con frecuencia, en un ejercicio de memoria y mortificación, aquel remate al larguero de Iñigo Martínez en el Sánchez Pizjuán que pudo haber supuesto la clasificación del Athletic para Europa y el colofón a una remontada extraordinaria. Fue hace tres años, también en la última jornada de Liga y llevaba poco más de cinco meses como presidente. Ayer, en su último partido en un palco como máximo responsable del club, Elizegi se llevó otro disgusto. Quizá recuerde el balón que rebotó en Williams y se fue al poste nada más comenzar la segunda parte, todavía con 0-0, pero lo cierto es que las opciones europeas se difuminaron esta vez mucho antes que en 2019. La puntilla llegó en el minuto 68, cuando Rafa Mir adelantó a los sevillanos mientras el Villarreal continuaba ganando por 0-2 en el Camp Nou.
Sevilla
Dmitrovic, Diego Carlos (Rekik, m.45), Acuña, Koundé, Navas, Jordán, Torres (Papu, m.68), Delaney, En-Nesyri (Mir,m.58), Lamela (Ocampos, m.68), Corona (Rakitic m.81)
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Athletic
Simón, De Marcos (Villalibre, m.72), Íñigo, Vivian, Yuri, Vencedor (Lekue, m.72), Berenguer (Serrano, m.85), Muniain, Vesga (Dani García, m.45), I. Williams y Raúl García (Zarraga m.45)
Incidencias: 31.305 espectadores en el Pizjuán.
Árbitro: Del Cerro Grande.
Al Athletic le faltó lo de tantas otras veces: fútbol. Calidad. Su actitud fue intachable en la primera parte, pero cuando las fuerzas se fueron apagando en la segunda el equipo de Marcelino se difuminó, cada vez más impreciso y gaseoso, hasta el punto de perder todas sus posibilidades y condenarse a un octavo puesto que, bien mirado, no deja de ser la posición natural de este equipo en este momento. Los siete rivales que han quedado por delante, sencillamente, son mejores. Y no sólo eso. Sus jugadores diferenciales hacen honor a su nombre y marcan muchas veces la diferencia. En el Athletic eso no ocurre. Basta con pensar en el partido que firmaron ayer Iker Muniain, Iñaki Williams o Unai Simón, al que el VAR le salvó de que una cantada en el minuto 50 se convirtiera en el primer gol del Sevilla.
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Europa, por tanto, seguirá siendo una aspiración más que una realidad por quinto año consecutivo, con todo lo que esta larga ausencia supone a nivel económico, deportivo y hasta moral. Se supone que el dato tiene la suficiente potencia como para que se convierta en uno de los ejes de esta campaña electoral entre tres candidatos que nos espera en las próximas semanas. Porque, independientemente de quién sea su próximo entrenador, salvo que esta plantilla se refuerce y aumente la competencia interna sus posibilidades de que consiga la temporada que viene más de lo que ha conseguido en esta se antoja de un voluntarismo infantil.
El partido comenzó con un buen susto para el Athletic, que en el minuto 2 suspiró de alivio después de que En Nesyri se le fuera alto un remate claro, solo frente a un Unai Simón. No era una buena forma de arrancar un duelo de tanta exigencia. Cuando en el minuto 9 Lamela cabeceó al poste un gran centro de Acuña desde la izquierda, empezaron a alumbrarse botones rojos en la centralita de control de temores rojiblancos. Aquello, realmente, no pintaba muy bien. Al Sevilla se le notaba vertical y pujante, muy fuerte por las bandas. El equipo de Marcelino, sin embargo, acertó a reaccionar con personalidad. Aceleró y ajustó su presión alta e igualó el juego.
El partido se convirtió en un pulso igualado e intenso entre dos equipos muy comprometidos, cada uno con su causa. Al Athletic le faltaba profundidad y apenas llegaba con peligro, pero es que el Sevilla, tras esas dos primeras ocasiones claras en el arranque, le sucedía lo mismo. Los rojiblancos cerraron mejor las bandas y el equipo de Lopetegui siempre sufre cuando no consigue abrir el campo. En esas estaba el partido cuando en el minuto 26, Berchiche hizo gol en un zurdazo cruzado estupendo. EL VAR, sin embargo, anuló el tanto por manos. Lo fueron y le ayudaron a controlar el balón, así que no quedó otro remedio que lamentarlo. Fue una buena oportunidad perdida, aunque no mejor que la que volvió a perdonar En Nesyri justo antes del descanso.
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La impericia del delantero marroquí dejó vivo al Athletic, que encaró la segunda parte con dos cambios. Dani García y Zarraga entraron por Raúl García y Vesga. Lo cierto es que no tuvieron significado. Se puede decir que a los rojiblancos se les apagó el interruptor tras el rebote en Williams que se fue al poste en el minuto 48. A partir de ahí, el partido se fue llenando poco a poco de decepciones.
El Sevilla aumentaba sus revoluciones -muy enchufado en busca de la victoria- y el Villarreal aumentaba su ventaja en el Camp Nou. El Athletic, mientras tanto, daba muestras de impotencia, por falta de claridad de ideas y talento, cada vez que se acercaba a la portería de Dmitrovic, al que sólo le remataron una vez entre los tres palos. Cuando en el minuto 68 Rafa Mir, que había salido en lugar de En Nesyri, firmó el 1-0 en una magnífica contra dieron ganas de apagar la luz. En realidad se apagó. Hasta el próximo mes de julio.
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