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Estas líneas van dirigidas a ‘Cuco’ Ziganda y están escritas con el noble objetivo de animarle a rectificar de inmediato, de manera que el calvario que estamos viviendo no se prolongue por más tiempo. Para empezar, quisiera recordarle al técnico navarro un hecho del que probablemente no tenga memoria ya que, cuando sucedió, él todavía no había regresado alAthletic. Le faltaban un par de meses para hacerlo coincidiendo con la victoria electoral de Josu Urrutia. Sucedió el 15 de mayo de 2011. El Athletic jugó contra el Málaga en San Mamés. Empató a uno y aseguró al menos el séptimo puesto, que suponía la clasificación para la UEFA. El partido fue muy pobre. Los andaluces dominaron desde el principio y al descanso ganaban por 0-1. En el minuto 50, el árbitro señaló un penalti a favor del Athletic y expulsó a Demichelis. David López hizo el 1-1. Logrado el empate, y pese a su superioridad numérica, el equipo de Caparrós se dedicó a defenderlo como un hambriento su mendrugo.

La gente comenzó a mosquearse. El fútbol del equipo había tenido el encanto de una hormigonera durante toda la temporada y al público le molestó ver cómo sus jugadores se dedicaban a perder el tiempo simulando faltas y despejando balones a la tribuna como si quisieran regalárselos a los niños. No entendía que, contra diez, el Athletic no fuese a por la victoria, que ponía en sus manos el quinto puesto. En el minuto 82, el cambio de Llorente por Gabilondo provocó algunos pitos. En el 91, cuando Orbaiz salió por Iturraspe, la pitada fue mayúscula. Conclusión: la UEFA estaba muy bien, claro que sí, pero aquella imagen, tan vulgar y cicatera, no era admisible. Por cierto, aquel fue el último partido de Caparrós con el Athletic en San Mamés.

También contra el Málaga -y contra uno muy inferior a aquel de Pellegrini-, Ziganda escuchó el domingo por primera vez al público coreando «‘Cuco’ vete ya». Pitadas ya había sufrido alguna que otra, pero era la primera vez que se le mentaba a él directamente. Esto va a tener consecuencias. Se ha roto un dique de contención y, a partir de ahora, actuaciones como la del domingo en la segunda parte tendrán esa respuesta del repudio ‘ad hominen’. Y es que la afición no aguanta más. Y no nos referimos a los resultados, sino a la imagen del Athletic, a su actitud, a su propuesta de juego. O ‘Cuco’ acaba ya, sin más dilaciones, con esta indigencia futbolística o el público soberano le acabara destituyendo por mucho que Urrutia quiera aguantarle como sea en una especie de acto penitencial, de martirio, que el presidente parece sentirse obligado a sufrir como demostración de la excepcionalidad del Athletic.

Sólo tengo un consejo que darle a Ziganda y no es nada original. Se lo darían miles de aficionados del Athletic. Déjese usted de chuminadas, quite al equipo todos sus complejos, telarañas, corsés y cinturones de castidad, libérelo de tantas prevenciones y recelos, de tanta obsesión por contar calderilla. Engrandézcalo de la única manera que es posible hacerlo con un equipo: haciendo creer a sus jugadores que son grandes, aunque no lo sean tanto o lo sean mucho menos de lo que a todos nos gustaría y de lo que correspondería a su salario. Y hágalo ya, mañana mismo, porque se le acaba el tiempo. Y se le acaba porque no existe ninguna razón para que el Athletic protagonice los ridículos futbolísticos que está protagonizando. ¿Qué presión paralizante e incapacitadora pueden estar sufriendo los rojiblancos con el descenso a doce puntos?

Sé que no es fácil seguir siendo creíble después de una metamorfosis repentina. A mí, por ejemplo, me impresionaba mucho aquel gerente -o algo así- del PP de Valencia que, de la noche a la mañana, se hizo hippy. Ya saben, aquel señor que aparecía por los juzgados con sus melenas y sus barbas, sus vestidos de colores y sandalias, tan impecable en su papel alternativo, pacifista y psicodélico que se hacía extraño no verle agitando una pancarta de ‘I love peace’ y cargando un transistor en el que sonaran ‘The Mamas&The Papas’. Pero le acabé creyendo y celebrando su transformación. No hace falta que seas tan drástico, ‘Cuco’. Simplemente, reacciona, juégatela, diles a tus chicos que se diviertan, mándales al ataque, a partirse la cara y marcar goles, a luchar con valentía contra todos. Y se te miran raro, recuérdales que un día fuiste delantero. Sólo eso puede salvarte.

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