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El mejor
A pesar de los dos goles, el portero fue el mejor del Athletic. Es verdad que tal vez pudo hacer algo más en el tanto de Rodrygo, pero luego evitó unos cuantos. Negó las dianas a Alaba, dos veces a Vinicius y se mostró seguro en sus intervenciones. No bastó para sacar algo positivo ante un rival superior.
Concentrado, contundente y firme en sus duelos con Vinicius, a quien persiguió y anuló en todas las acciones menos en una, el central firmó un partido aseado y fue el mejor defensa de un cuarteto que desafinó bastante. No se complicó la vida e hizo lo que mejor sabe, sin complicarse la vida.
No estuvo fino en la salida de balón, cometió alguna pérdida peligrosa y se le vieron las costuras ante los atacantes del Madrid. Salvó una ocasión clara ante Bellingham y cabeceó fuera un centro en el tiempo de descuento. Sustituto del lesionado Yeray, deberá mejorar sus prestaciones dentro de una semana en El Sadar.
Salió en el once titular por el lesionado Yuri y estuvo muy blando en el primer gol del Real Madrid, obra de Rodrygo. Sufrió con el ataque blanco y no dio profundidad al equipo por su banda, en la que se echaron de menos más internadas y centros al área. Fue sustituido en el minuto 71 por Imanol, quien debutó en la élite.
Flojo partido del capitán rojiblanco, quien jugó su partido 500 con la camiseta del Athletic. Se le vio excesivamente lento en varias jugadas y sufrió con la velocidad y el desequilibrio de Vinicius, quien de todos modos jugó un partido flojo. Tampoco se le vio al de Laguardia percutir con peligro por su banda ni crear dudas a la banda izquierda del Madrid.
No rindió a su nivel y terminó sustituido por Ander Herrera. Estuvo muy blando en la jugada del primer gol del Madrid, al igual que Lekue, y Rodrygo no perdonó. Dio mal un pase a Unai Gómez cuando podía haber generado mucho peligro y al igual que sus compañeros se vio superado por el poderío del centro del campo blanco, sobre todo en la primera parte.
Fue el único que arrojó algo de luz en la sala de máquinas del Athletic. Tranquilo, con pausa y criterio, trató de distribuir, se ofreció siempre como apoyo y cometió pocos errores. Se le vio jugando con aplomo, serenidad, dio 69 pases, 61 de ellos buenos (88%). Está claro que ha venido para hacerse con un sitio en el once inicial.
El de Bermeo fue la gran sorpresa en la alineación de Valverde, pero solo duró 45 minutos. Debutó como titular y luego dejó su sitio a Sancet. Protagonizó una buena jugada con robo a Fran García y un disparo flojo que atrapó Lunin, acción en la que recibió una entrada de Militao que el Athletic consideró penalti. Parece que Txingurri va en serio con el centrocampista.
No se le vio a la bala rojiblanca, desasistido y sin ocasiones de gol. No remató ni una sola vez y solo probó una vez irse de su marcador sin conseguirlo. Salió como delantero centro, dispuso de todo el partido, aunque en ningún momento intimidó a la defensa madridista ni la puso en apuros. Trabajo, como de costumbre, no faltó.
Mal partido del capitán, quien duró 45 minutos a Valverde. Descontento con su juego, el técnico le dejó en el vestuario en el descanso. No le salió nada y encima vio una amarilla por protestar nada más arrancar el choque. Empezó por la izquierda, luego intercambió su posición con Nico Williams pero siempre actuaba por dentro. No encontró su mejor fútbol.
Todo lo que pudo salirle mal, le salió mal. Se le iban los controles y sus pases eran imprecisos. Solo tocó el balón 29 veces y perdió casi todos los duelos con sus marcadores. Al igual que en el caso de Muniain, a Valverde no le gustó nada su actuación y le quitó en el descanso. Un toque de atención que debe hacerle reflexionar. Y mejorar.
Entró por Lekue, debutó y puso un buen centro.
Entró por Unai Gómez tras el descanso y dio un poco más de movilidad al ataque sin conseguir ser determinante.
Salió por Vesga pasada la hora de juego. Sin incidencia en el juego del equipo.
Entró por Nico Williams. Dispuso de una gran ocasión que desbarató Tchouaméni.
Salió en la segunda parte. No tuvo ocasiones para llevar el peligro en el área del Madrid.
El eibarrés transmitió buenas sensaciones en el regreso a su casa, donde volvía a vestirse de rojo y blanco tras más de una década. El balón no le quemaba, actuaba con calma y sentido común.
Jugó un mal partido, impropio de un futbolista de su talento, y si de algo le debe servir el cambio al descanso es para reaccionar y ofrecer su mejor versión en Pamplona.
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