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El Athletic tenía una gran oportunidad de dar un zarpazo en el estadio de La Cerámica, pero tuvo que conformarse con bastante menos. En concreto, con seguir como estaba en su pelea por la Conference, donde continúa a un punto del Villarreal, aunque con el peligro de que el Valencia se acerque a un solo escalón si el lunes gana al Rayo en Vallecas. Fue un partido muy movido, con alternativas, polémicas de VAR -Del Cerro Grande no consideró penalti una mano de Aurier que sí le pareció pena máxima al encargado del vídeo-, y una estadística final que refleja la igualdad vista en el campo: 11 remates, 5 de ellos a puerta del Villarreal, y 12 remates, 6 entre los tres palos, de los visitantes.
Villarreal
Asenjo, Mario Gaspar (Foyth, m.78), Aurier, Mandi, Pedraza; Iborra, Trigueros (Lo Celso, m.60), Moi Gómez, Yeremy (Danjuma, m.60), Samu (Coquelin, m.78) y Alcácer (Gerard, m.60).
1
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Athletic
Simón, De Marcos (Zarraga, m.75), Vivian, Yeray, Balenziaga; Berenguer (Nico, m.65), Vencedor (Dani, m.75), Vesga (Petxa, m.26), Muniain; Raúl (Sancet, m.65) y Williams.
Incidencias: 16.613 espectadores en La Cerámica.
Árbitro: Del Cerro Grande.
Dicho así, y valorando incluso esa mínima ventaja de los rojiblancos, parecería obligado elogiar el gran mérito del Athletic, que al fin y al cabo fue capaz de igualar el pulso a un equipazo como el de Unai Emery en su propia casa. Sin embargo, no se puede olvidar que el Villarreal jugó con su unidad B al completo, con todos los suplentes. Ninguno de sus titulares ayer salió de inicio contra el Bayern el pasado miércoles. Y aunque es cierto que el once del submarino amarillo estaba lleno de buenos futbolistas, no lo es menos que se trataba de un grupo completamente desconjuntado y no precisamente con la moral por las nubes. El Athletic tenía que estar mucho más animado, pero por razones difíciles de explicar tardó casi media hora en demostrarlo.
Salvo casos muy evidentes, casi siempre protagonizados por grandes estrellas capaces de provocar por sí mismas reacciones explosivas, no suele ser aconsejable adjudicar el repentino cambio del juego de un equipo a la salida al campo de un futbolista concreto. A veces, sin embargo, no queda otro remedio. Es lo que ocurrió ayer con Petxarroman, un jugador que apenas ha contado esta temporada, aunque últimamente Marcelino ya lo trata como al tercer medio centro de su escalafón. El donostiarra entró al campo en el minuto 27 en lugar del lesionado Vesga. Hasta ese momento, el partido del Athletic estaba siendo un muermo gaseoso y de lo más decepcionante. Apenas se había acercado a la portería de Asenjo y empezaba a sufrir el dominio del Villarreal, que se acercaba cada vez con más peligro.
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Y de repente, todo cambió. Mejor ajustados con Petxarroman, los de Marcelino comenzaron a jugar con criterio. En el minuto 29, Vivian cabeceó y su remate lo atrapó con facilidad Asenjo. No podía considerarse una ocasión de gol, pero la jugada tenía un valor especial: era el primer remate entre los tres palos del Athletic. Y algo todavía mejor: fue el comienzo de otro partido completamente distinto hasta el descanso. En el minuto 31, De Marcos, que firmó un partido para olvidar, desperdició una ocasión clarísima. El balón que le puso Iñaki Williams desde la derecha era más que una asistencia. Era un gol casi hecho, a falta de ponerle el lacito. Pero el cabezazo del lateral rojiblanco desde la frontal del área pequeña fue casi una cesión.
La dirección del oleaje había cambiado por completo. Revividos, los rojiblancos se fueron a por el 0-1. Pudo llegar en la polémica jugada de VAR antes citada en el minuto 38. Dos minutos después lo tuvo Iñaki Williams, que falló una vez más frente al portero rival. A la tercera fue la vencida. Una rápida combinación entre el mayor de los Williams, De Marcos, Raúl García y Muniain, que se deshizo del portero y de su marcador con un bonito amago antes de asistir a 'Rulo', permitió al Athletic llegar con ventaja al descanso. Eso sí, con suspense ya que tuvo que validarlo el VAR.
En la reanudación, el choque volvió a igualarse. El Villarreal apretó un poco más, pero seguía teniendo problemas para la circulación. Digamos que había una pequeña diferencia entre tener a Parejo dirigiendo el tráfico o tener a un grandullón ya bastante pasado de rosca como Iborra. En el minuto 59, sin embargo, el talento de varios de sus jugadores se unió para fabricar el 1-1, obra de Pedraza, que se fue como quiso de De Marcos. Poco después del empate, Unai Emery dio entrada de golpe a tres titulares: Gerard, Danjuma y Lo Celso. Palabras mayores. Por supuesto, fue un momento en el que más de uno y de dos -hablamos de hinchas del Athletic- torcieron el gesto. Y cuando Danjuma tuvo cerca el gol en una gran volea que Unai Simón acertó a despejar, se santiguaron. Aquello pintaba mal.
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Por suerte, la tropa de Marcelino reaccionó bien. Volvió a igualar el juego y a buscar el gol de la victoria. Entraron Nico Williams y Sancet, y más tarde Dani García y Zarraga. Los dos primeros crearon peligro y tuvieron dos buenas opciones de gol, como volvió a tenerlas Iñaki Williams. El problema es que los remates fueron defectuosos o sin mayores complicaciones para Asenjo. Como tantas otras veces. Y así es difícil ganar. Imposible. Por cierto, que Villalibre no jugase ni un solo minuto en un partido así resultó todo un misterio. Como otros que hay en este equipo.
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