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Los rojiblancos celebran uno de los goles que les llevan a semifinales de la Copa del Rey.

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Los rojiblancos celebran uno de los goles que les llevan a semifinales de la Copa del Rey. josé miguel fernández de velasco
Valencia 1-3 Athletic | Copa del Rey

El Athletic no encuentra rival en Mestalla

Los rojiblancos acceden a las semifinales de Copa por cuarta temporada consecutiva tras superar con una facilidad insospechada a un Valencia pobre y caótico

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Jueves, 26 de enero 2023

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Es como si, en los últimos años, el Athletic hubiese desarrollado para la Copa, al menos hasta que llega al último escalón de la final, una personalidad firme y fiable que le hace superar rondas con la regularidad que no tiene en la Liga. Este jueves los rojiblancos no tuvieron ningún problema para meterse por cuarta temporada consecutiva en semifinales tras desembarazarse sin problemas de un Valencia caótico que ya puede considerarse sumido en una grave crisis, como se demostró con la pitada de su hinchada. Se hace difícil recordar, la verdad, a un equipo ché tan flojo y errático como el que compareció en Mestalla. Fue la gran sorpresa de la noche. Lo más inesperado. Porque lo cierto es que se esperaba un duelo vibrante, una discusión igualada entre dos históricos con buenos argumentos, y lo que se vio fue lo contrario, una victoria fácil del Athletic, que ni siquiera necesitó haber un buen partido para ganar sin despeinarse.

Valencia

Mamardashvili, Diakhaby (Cenk, m.45), Cömert, Foulquier, Gayà, Musah (Almeida, m.56), Guillamón (M. André, m.75), Moriba, Castillejo, (Pérez, m.56), Lino y Cavani (Duro, m.56)

1

-

3

Athletic

Agirrezabala, De Marcos, Vivian, Yeray, Yuri, Vesga, Herrera (Dani García, m.78), Muniain (Sancet, m.78), N. Williams (Raúl García, m.93), Berenguer e Iñaki Williams (Guruzeta, m.87)

  • GOLES 0-1: Muniain 34' | 1-1: De Marcos en propia puerta 42' | 1-2: Nico Williams 44' | 1-3: Vesga, de penalti 73'

  • ÁRBITRO Del Cerro Grande

  • INCIDENCIAS 45.040 espectadores en Mestallas.

En realidad, al equipo de Valverde le bastó con jugar con sobriedad en defensa y aprovechar con puntualidad los errores de su rival para hacer los deberes. La manera en que se condenó la tropa de Gattuso no pudo quedar mejor ilustrada que en los dos últimos goles del Athletic. El segundo, justo después de los locales empataron de chiripa con un gol en propia puerta de De Marcos, llegó en un mal control y un rebote desafortunado que Nico Williams supo aprovechar, bien asistido por su hermano. El tercero, ya definitivo, llegó en el minuto 72 con un penalti absurdo de Cerk al pequeño de los Williams que Del Cerro Grande no vio, pero denunció el VAR. Vesga lo transformó de forma impecable y allí se acabó el cuento de un partido que tuvo un guión que nadie esperaba. Y es que una cosa es estar en una situación delicada, con ansiedad por los malos resultados, como estaba el Valencia, y otra la impresión de estar descomponiéndose, que es la que dio este jueves.

Valverde hizo una apuesta fuerte y sorprendente dando entrada a Herrera y Muniain, dos suplentes habituales, ambos con muchos rango, eso sí. Ni el ritmo de juego del exfutbolista del PSG, ni su compenetración con Vesga -han coincidido muy poco en el campo-, hacían fácil de entender su entrada en el once en un choque de tanto voltaje como el que se esperaba. Respecto al capitán, la extrañeza podía formularse en forma de interrogante. Si había merecido la suplencia en los últimos cinco partido de Liga y también contra el Espanyol en Copa, ¿qué había hecho para merecer la titularidad? Txingurri tendría sus razones, faltaría más. Y no es que el partido le diera la razón -el juego combinativo del Athletic no brilló precisamente-, pero tampoco se la quitó. El 0-1, de hecho, comenzó en un pase de Herrera y terminó en Muniain tras una bonita dejada de cabeza de Iñaki Williams.

Desde el arranque, resultó llamativo el estado de nervios y tensión que se observaba sobre el césped. Había mucho en juego, evidentemente. El Athletic no quería arriesgar con una presión muy adelantada y el Valencia ni se planteaba esa posibilidad teniendo en cuenta el pánico que tenía a la velocidad de los Williams. Había algo, eso sí, de lo más paradójico en el equipo de Gattuso. Todo lo que no quería arriesgar con la presión lo hacía, en cambio, con una imprudencia temeraria, sacando el balón jugado a través de Mamardasvhili y los dos centrales. Eran tan absurda y peligrosa esa ruleta rusa que no sólo puso de los nervios a los aficionados chés sino a los propios jugadores, que no daban una a derechas.

Como el Athletic, por su parte, tampoco dejaba de cometer imprecisiones, el partido acabó siendo un disparate de pases fallidos, torpezas, faltas extemporáneas que valieron amarillas a Vivian y Diakhaby, pérdidas chungas, feos despejes. Sólo la incertidumbre del marcador daba sentido a las hostilidades e invitaba a seguir el desarrollo del juego. Había algo, sin embargo, que permitía sentir y hasta afirmar que los rojiblancos estaban mejor. Y es que mantenían la seriedad en defensa y no vivían con una espada de Damocles sobre la cabeza como sus rivales, cuya defensa era un temblor constante. Su falta de solidez tuvo una influencia clara en el 0-1 en el minuto 34. Fue la primera buena jugada de ataque de los rojiblancos y lo cierto es que cantaron bingo con el gol de Muniain, el primero que marca en toda la temporada.

El gol empeoró a un Valencia que ya era una calamidad, pero en el fútbol puede suceder fenómenos extraños. Así puede calificarse la jugada personal de Diakhaby que terminó en un pase de la muerte que De Marcos acabó metiendo en propia puerta. La alegría ché duró exactamente dos minutos: a veces dura tan poco en la casa del pobre, de los clubes en crisis. Otra jugada mal defendida les supuso el 1-2 y les volvió a sumir en la depresión, de la que no salieron tras el descanso. También eso fue extraño. Lo normal era imaginar a un Valencia más afilado, pero no apareció. Ni siquiera las entradas de Almeida, Fran Pérez y Hugo Duro antes de la hora tuvieron algún efecto. El Athletic, con Yeray y Vesga muy firmes, manejó el partido sin despeinarse y, tras el 1-3 de penalti, hasta pudo aumentar la renta con un buen disparo de Muniain.

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